Crossover

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Un día después de la tragedia del acantilado y regresar a su casa hecha polvo por lo de Andrés, Rocío decidió llamar a su amiga Lucía, una chica que estudiaba con ella en educación infantil y desde que se conocieron el primer año, se convirtieron en inseparables.

— ¿Lucía? —dijo con la voz quebrada, se había pegado todo el día llorando encerrada en su cuarto hasta que se quedó dormida. Ésta pudo contestar a la llamada ya que era día de fiesta. — ¿Rocío? ¿Cómo estás? Te oigo un poco mal.

—No es la cobertura, es que... Ayer... me dieron un palo muy gordo.

— ¿Estás llorando? ¿Qué te ha pasado?

Rocío rompió a llorar —Pues que... he estado durante un mes y medio... cuidando de un chico y... ayer tuvimos una crisis... y me echó de su casa.

—A ver tía, respira por favor. ¿Cómo que te echó de casa? ¿Qué pasó?

—Pues que me pidió ser su novia y... y le dije que no...

—Joder, tía, lo siento mucho, en serio. ¿Puedes contarme algo más? ¿O prefieres en otro momento?

—No tía, no me dejes sola, por favor. Te he llamado porque necesito tu ayuda.

— ¿Mi ayuda? ¿Por qué?

—Cuando le dije que no, le vi reflejado el dolor en su cara, y tengo miedo de que esto vaya a más. Quiero decir, que vaya a ser peor. El chico me contó que no se sentía bien y... se despertaba de las pesadillas con ansiedad y... también me decía que los de su clase...

Rocío no pudo continuar la frase, en ese momento se derrumbó. Lucía intentó animarla para que hiciese el esfuerzo —Gracias, tía. Lo que te decía: los de su clase no le trataban bien y había un chico que le hacía la vida imposible. Tengo mucho miedo de cometa una locura.

—A ver, tía, para empezar relájate, ¿vale? Si te enfocas sólo en lo malo, lo invocas. Si quieres quedamos ahora en un rato y lo hablamos tranquilamente, ¿vale?

—Está bien —dijo convencida.

—Perfecto. Nos vemos en diez minutos en los túneles, ¿te parece bien que venga Adri?

—Sí claro, sin problema.

DIEZ MINUTOS DESPUÉS...

Rocío decidió ir andando hasta el paseo marítimo de aquel pueblo malagueño hasta cruzar los tres túneles y justo al lado del acantilado donde Andrés se le declaró, allí estaban ellos: Lucía era una chica alta de radiantes rizos pelirrojos, vestida con un chaleco rojo y pantalones negros y Adri un chico de pelo lacio rubio, vestido con una sudadera blanca de marca y vaqueros negros. Rocío se emocionó tanto al verles que no pudo evitar abrazar con todas sus fuerzas a Lucía —Ya está, tranquila. No pasa nada.

— ¿Dónde vive ese chico? —curioseó Adri.

— ¿Por qué lo queréis saber?

—Queremos ayudar —intervino Lucía —Y por eso se nos ocurrió la idea de que, oye, si sale bien, podemos salvarle antes de que sea tarde.

—Sois los mejores, en serio —dijo Rocío, que rompió a llorar abrazada a Lucía, pero no tardó en recuperarse y guiarles hasta la urbanización de Andrés. Ésta abrió la puerta de entrada de la piscina de la urbanización y subieron hasta el segundo piso, pero antes de abrir la puerta, se detuvo en seco.

—No puedo hacerlo. Si Andrés me ve aparecer por esta puerta, se acabó. No quiere verme ni en pintura.

—Rocío, no hay tiempo.

— ¡Ya lo sé! ¡Pero eso no cambia nada! Andrés tiene el corazón roto por mi culpa, no quiero que siga sufriendo.

Lucía y Adri se miraron y en esa milésima de segundo se pusieron de acuerdo.

—Está bien, plan B —dijo Adri —Lucía, entra tú.

— ¿Pero cómo va a...?

—Rocío, hazme caso. Todo saldrá bien.

Rocío finalmente accedió y abrió la puerta para que entrase Lucía. La dejaron abierta de par en par para observarla a escondidas. Lucía recorrió despacio el pasillo de habitaciones y al encontrar la de Andrés con él sujetando una cuerda que colgaba de la lámpara del techo, se quedó en shock — ¡¿Andrés?!

Andrés se asustó al escuchar su nombre y del salto se cayó de la silla, pero afortunadamente cayó en su cama — ¿Quién eres tú? ¿Cómo has entrado? ¡¿Cómo sabes mi nombre?!

—Tranquilo, por favor. Sólo pido que te tranquilices. Escúchame: soy Lucía, una amiga de una chica que tú conoces muy bien, y que te quiere muchísimo. Pero según me han contado, la has echado de tu casa. ¿Por qué has hecho eso, Andrés?

Andrés salió de su cama y ambos se sentaron a los pies de la cama de al lado —Tengo el corazón roto, Lucía. Mi niñera me rechazó, los de mi clase no me aguantan, he destruido mi relación con mis padres... y para colmo tengo el alma completamente apagada.

Andrés comenzó a llorar —Nadie me quiere en este mundo, todos están en mi contra y... creía que la mejor solución era... que no siga existiendo más.

—Tío, pero eso no puede ser. Todos hemos pasado por una etapa así. De hecho, yo también.

— ¿En serio?

—Claro que sí. No sabes lo que es... tener al amor de tu vida a tantos kilómetros de distancia, y que cuando por fin lo conoces en persona, es un farsante y un controlador de mierda. Él me puso la mano encima y para más inri no era consciente de que no luchaba por lo nuestro, sólo me quería para que le mantuviese.

—Joder, no me jodas —dijo echándose las manos a la cabeza.

—Por desgracia así es la vida, Andrés. Pero eso que le has hecho a tu amiga, está muy feo, ¿no crees?

Lucía le acariciaba la espalda y éste no paraba de llorar — ¡Lo sé y me arrepiento cada puto minuto que pasa! Tengo el alma muy dolida, Lucía, y no fui consciente de mis actos. Sólo necesito que alguien me ayude con un mísero abrazo, y la sociedad se cree que los abrazos cuestan dinero.

—Yo soy una chica muy cariñosa, ¿lo sabes?

Andrés no pudo soportarlo más y abrazó con las pocas fuerzas que le quedaban a Lucía mientras rompía a llorar en su hombro. Ésta le acariciaba la espalda con dulzura y él sus radiantes rizos pelirrojos.

—Qué pelo más bonito tienes, Lucía.

—Muchísimas gracias. Ahora vas a salir ahí fuera y le vas a pedir perdón a tu amiga, ¿de acuerdo? ¿Me prometes que lo vas a hacer?

Lucía le ofreció su dedo meñique en señal de promesa, y Andrés con una sonrisa en la cara, juntó su meñique con el de ella —Prometido.

Ambos se levantaron y Rocío y Adri abrieron la puerta para que ésta saliera corriendo para abrazar a Andrés con todas sus fuerzas —Lo siento mucho, Rocío. Te quiero.

—Yo sí que te quiero, campeón —dijo llorando abrazando con fuerza a la mejor persona que había conocido en su vida. Un rato después, ambos se despidieron de Adri y Lucía dándoles las gracias.

—Muchas gracias, chicos —dijo Rocío —No podría haberlo conseguido sin vosotros.

—Oye bro, nos parecemos mucho, ¿no crees? —bromeó Adri, ya que ambos eran de la misma estatura, y ambos tenían el pelo lacio rubio.

—Rocío, cualquier cosa ya sabes.

—Lo se, muchísimas gracias, en serio.

—Me ha encantado conocerte, Lucía, eres muy buena chica.

Lucía se separó de Adri para darle un último abrazo a Andrés. Tras el abrazo ambos se fueron, y cuando Rocío y Andrés se quedaron finalmente solos, ambos se fundieron en un cariñoso abrazo.

Mi niñera y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora