5. Talismán

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Tras la clase de Historia sonó el timbre de las dos de la tarde. Raúl salió de su aula y se quedó en el pasillo para despejarse un poco. Miró hacia el frente y se encontró a Andrés y Saray que también salían al pasillo para despejarse antes de empezar la última clase. Los miró con repugnancia pensando en su próxima artimaña para hacerles la vida imposible. Tras cinco minutos pensando no se le ocurría nada.

De repente, una idea invadió su mente. Bajó las escaleras hasta la planta de abajo y entró en la sala de profesores. Allí se encontró con Isabel, que casualmente también era su tutora aparte de la de Andrés.

— ¡Seño! —exclamó —Tengo que hablar con usted, es importante.

— ¿No puede ser mañana? —dijo Isabel tras ponerse de pie — ¿O no me puedes escribir un correo? Es que estoy un poco liada.

—Sólo van a ser cinco minutos, de verdad.

La profesora finalmente abandonó su sitio y salió de la sala para hablar con Raúl.

—A ver Raúl, ya os dije en clase que los exámenes aún no los tengo corregidos.

—No, si no es por eso. Es que esta mañana Andrés se ha puesto a decirme tonterías y me ha empujado, con ayuda cómo no de su amiguita Saray.

— ¿En serio Raúl? ¿Me vienes aquí a interrumpir mi trabajo a contarme eso sabiendo que otros alumnos de cursos anteriores me han venido quejándose de ti? ¿De verdad pretendes que te crea?

Raúl comenzó a desesperarse —Pero seño, esta vez le estoy diciendo la verdad.

—Lo siento pero no puedo regañar a mis alumnos sin motivo, y además sabiendo tu historial.

—Pues nada —dijo después de resoplar y refunfuñar mientras se marchaba a clase.

Cuando sonó el timbre de las tres en punto de la tarde, Andrés salió del instituto acompañado del centenar de alumnos que se dirigían a la puerta principal, al llegar el conserje abrió el portón y dejó salir a todos los chavales.

Había tres autobuses escolares esperando. Andrés se dirigió al primer autobús, es decir, el que tenía más cerca y le preguntó al chófer si lo llevaría a su destino.

—No chico, ese es el último —respondió amablemente. De repente escuchó la voz de una chica gritar su nombre. Se giró y vio a Rocío a bordo de su SEAT Ibiza.

— ¡Sube, anda!

Andrés de inmediato se subió al asiento del copiloto y dejó la mochila en el hueco.

— ¿Por qué has venido? —dijo sorprendido —No te esperaba.

—Quería darte una sorpresa. ¿Qué tal te ha ido?

—Me ha ido genial. El profesor de Mates me ha mandado salir a la pizarra para corregir el ejercicio que hicimos juntos.

— ¿En serio? ¿Y lo hiciste?

—Claro, en cinco minutos lo hice. ¡Y mis compañeros se quedaron alucinando! De hecho, me puse súper nervioso porque también tuve que explicárselo a ellos, pero no tuve ningún problema porque Saray estuvo apoyándome.

— ¡Anda! ¿Quién es esa? —curioseó.

—Es mi mejor amiga desde 1⁰ESO. Siempre ha estado apoyándome y nunca me ha dejado solo. Y... es la chica que... me gusta.

— ¡No me digas! ¡Qué guay! ¿Y le vas a pedir salir?

De repente el móvil de Andrés comenzó a vibrar. Su madre Laura le estaba llamando.

Mi niñera y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora