Llegó a su casa a las tres de la tarde, derecho a la cama a dormir. Es lo que hace cada vez que regresa de su trabajo. De mañana se levanta dos horas antes y hace todos los quehaceres de la casa tras un suculento desayuno. Se va a trabajar y al regresar se acuesta a dormir.
Hoy no fué la excepción a la regla. Acostado en la cama se tapó, cerró los ojos y puso la mente en blanco. De este modo el sueño le llega casi de inmediato. Pasada una media hora comenzó a soñar como siempre. Y es que él puede dirigir sus sueños.
Empezó soñando que liaba tabaco. Entonces sucedió que se percató que estaba soñando. Dejó el tabaco a medio armar sobre la mesa de roble que hay frente a él y se dispuso a estudiar el tipo de sueño en el que se encuentra.
Está en una casa, que no es la suya dado el lujoso amueblado. No se detuvo a estudiar la casa, simplemente ubicó la puerta de entrada y salió. Afuera hay un cielo despejado. Miró los alrededores y notó que está en un barrio adinerado. Pero no era eso lo que quería encontrar. Él buscaba gente con la que interactuar. Al no ver a nadie recorrió el barrio de casonas de patios enormes y emprendió la búsqueda de un interlocutor. No había nadie en la calle, de modo que decidió tocar el timbre en una de las casonas al azar. Tocó el timbre sin sorprenderse del parlante que había encima de él. Un minuto después una voz sonó en el parlante y dijo.
-Buenas tardes. ¿Qué se le ofrece?
Él se rió y dijo.
-Quiero saber qué estaba haciendo justo ahora.
Silencio. Un incómodo silencio de varios minutos que lo hizo reír a carcajadas.
-Yo no existía hasta que tocó el timbre,- contestó la voz a través del conmutador. Él se rió y dijo.
-Muchas gracias por confesarme eso. ¿Quiere salir un momento a conversar?
Otra vez un silencio incómodo y luego de esto la mujer respondió.
-No. La parca quiere hablar contigo y está atrás tuyo en este momento.
Él no se sorprendió. Habló con la muerte infinidad de veces en sus sueños. Y no era más que otro títere del sueño. Bastaba una simple pregunta para saberlo. Se dió la vuelta y allí estaba la muerte, vestida diferente, como siempre. Esta vez llevaba una sotana blanca con capucha que le cubría el rostro por completo. Miró la capucha a la altura donde deberían estar sus ojos y preguntó.
-¿Puedo saber qué estabas haciendo antes de que te vea?
La parca ladeó la cabeza y dijo.
-Estaba esperando hablar contigo. Desde hoy a la mañana que te espero.
Él se sorprendió. Es la primera vez que en un sueño alguien no reconoce que no existía antes de toparse con él. Sintió miedo a lo desconocido y quiso irse de allí sin mediar palabra. Se dió media vuelta y empezó a caminar. Pero la presencia de la parca atrás de él no se esfumó. Ya recorridos cincuenta metros se dió la vuelta para comprobar que la presencia que sentía era solo una sensación. Pero a poco más de un metro detrás suyo vió a la parca, expectante. Esto le dió pánico. En sus sueños nadie lo sigue cuando se marcha. Apretó los dientes y dijo exasperado.
-¡Qué buscas de mí títere!
La parca se paró firme y contestó.
-¡Yo no soy ningún títere! Si quieres te explico lo que está pasando o puedes huir de mi devuelta que he de seguirte igual que hasta ahora. Tu eliges.
-Dime lo que viniste a decirme entonces y me iré de una vez de esta pesadilla- dijo
-Hagámoslo bien entonces,- dijo la muerte y se quitó la capucha. Su rostro carecía de todo lo que hace a un rostro. Ni nariz dónde va la nariz, ni boca dónde hay boca y ni ojos dónde hay ojos. Prosiguió, -soy consciente que eres un niño jugando a ser Dios en tus sueños. Eso no me molesta. Lo que sí me molesta es que te acercas cada vez más al sueño sin retorno. A la muerte me refiero. La pérdida total de conciencia. Y hoy he decidido proponerte una alternativa a ese terrible final.
Él sintió miedo. Supo de inmediato que la parca hablaba en serio y que no era un títere de pesadillas. Tapándose los ojos con su mano derecha le dijo a la muerte.
-Dime la alternativa. Ambos sabemos que siempre caigo en sueños cada vez más profundos. Yo los disfruto pero si eso causaría mi muerte creo estar dispuesto a cualquier cosa para evitarlo.
La muerte se puso la capucha y cubrió por entero su rostro nuevamente. Extendió ambos brazos y dijo.
-Es esto lo que te ofrezco. Que sigas en este mundo irreal mientras tú cuerpo se mantiene en un coma muy cercano a la muerte. Y cuando te aburras de estos mundos vacíos me lo dices y yo te cruzaré al otro mundo. Con esto me refiero a la inexistencia.
Él no tuvo dudas de su respuesta. Llevaba más de un año visitando a diario sus sueños. Tardaría años en aburrirse. Y honestamente si
Disfrutaba visitar estos mundos.
-Acepto tu oferta, con una condición.- Se le había ocurrido una idea genial. -Ven cada día a decirme lo que sea que quieras decirme. Aunque sea solo por cinco minutos.
La muerte rió con voz profunda y dijo.
-Acepto el trato entonces. Ya han pasado los cinco minutos de hoy. Nos vemos mañana entonces. Claro, para tí puede que pasen varios días. En los sueños nunca se sabe. Adiós.
Dicho esto la parca se esfumó frente a él. Él quedó pensativo unos minutos, antes de volver la vista a las casonas. Eligió una al azar y tocó el timbre. Está también tenía conmutador y una voz masculina le contestó.
-¿Qué desea?
Se saltó la pregunta para ver si era un títere y dijo.
-Quiero que salga a hablar conmigo o me invite a pasar.
-Pues pase entonces,- le respondió la voz a través del conmutador. Acto seguido se abrieron las puertas de la casa.
Él entró a la casa. Y entró a una infinidad de otras casas a hablar con sus títeres, sin jamás hacerles la pregunta que delataba qué estaba en un sueño. Cuando se aburrió de visitar casas buscó un trabajo en un bar y estuvo trabajando allí dios sabe cuánto. La muerte venía cada tanto y le confesaba cosas que los mortales deben ignorar. Él no se sorprendía. Ya no era un mortal. Era un pequeño dios de un mundo de marionetas parlantes. Vivió lo que para él fué una eternidad antes de pedirle a la muerte que se lo llevara. Entonces la muerte le confesó que habían pasado cinco años y que muchas personas, la mayoría de su trabajo en el mundo real, lo visitaban en el hospital donde estaba en coma. Él tomó la noticia con una sonrisa y dijo.
-Al menos ya dejaré de ser una carga.
La muerte, encapuchada hasta la barbilla y vestida con una túnica negra le dijo.
-Y pasarás a ser una pérdida. Cómo sea, si es tu elección toma mi mano.
Él no titubeó y tras tomar su mano su conciencia se deshizo.
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El Dragon De Ciudad
RandomSerie de cuentos que disfruté escribiendo. Algunos son cuentos que escribo para aclarar mi mente. Otros son ocurrencias del momento. Espero le hagan pasar un buen rato a quien se tome la molestia de leerlos. Atte. Damián Gauto