Bajo un galpón enorme con un sector lleno de racks y enrejado, (los racks son estructuras metálicas altas dónde se apoyan los palets con mercadería), se encuentra Desmond sentado en una de las tres sillas unidas en su estructura. Él es un hombre veterano, de ojos azules, pelo corto y negro y de porte atlético. A su espalda se encuentran los lockers dónde los trabajadores, incluído él, guardan sus pertenencias. Desmond viste el uniforme de trabajo, con remera azul oscuro y pantalón de igual color con reflectores a la altura de la pantorrilla. Está tomando mate, y su matera de cuero descansa a su lado. Piensa que hoy es el último día del mes y no tiene ninguna falta, de modo que cobrará el sueldo entero. Piensa en las cuentas que tiene que pagar, tales como son el alquiler, la luz y el agua. Falta media hora para la entrada, por eso está solo esperando. En este depósito de celulares trabajan doce personas y el gerente. Desmond siempre llega temprano por el horario en que pasa su ómnibus por su barrio.
-Hola Desmond, -Dice su gerente cuando pasa a su lado para entrar. Se detiene en la puerta y mira hacia Desmond agregando, -Tengo que hablar contigo. Puede ser ahora o a la hora de la entrada, como mejor te quede.
Desmond frunció el ceño, ya que nunca habla a solas con el gerente, pero le dijo que guardaba sus cosas y entraba a la oficina que se encuentra dentro, entre medio de los racks. Puso la matera en su lockers, junto a su mochila y siguió al gerente para lo que tuvo que abrir la puerta con su tarjeta magnética. Entró a la oficina y vio al gerente sentado tras su escritorio. Con un gesto instó a Desmond a sentarse. Éste tomó asiento y se quedó viendo al gerente. Éste comenzó a hablar.
-Desmond, hoy vamos a despedirte. La compañía piensa que tu puesto en expedición ya no es necesario, por eso va a prescindir de tus servicios.
Esta noticia dejó atónito a Desmond, quien no podía pensar siquiera. Se apretó los ojos con los dedos de su mano, obligándose a pensar y dijo.
-Nunca oí de un depósito sin nadie en expedición. Es un puesto de responsabilidad y clave en la operativa. Tiene que ser una broma.
Pero él se dió cuenta que no era una broma. Lo están despidiendo, tirando a la basura los treinta años que pasó trabajando en el depósito. Se sintió ofendido, dejando ver esta emoción a través de su mirada fría e intensa. El gerente le acercó un papel sobre el escritorio donde Desmond pudo leer la notificación del despido. Desmond le devolvió el papel y dijo.
-Esto me toma por sorpresa, una mala sorpresa, y voy a asesorarme bien antes de firmar algún papel.
El gerente asintió y guardó el papel en la bandeja de dónde la sacó. Le dijo a Desmond que eso era todo y Desmond, con una rabia interna creciendo más y más, se levantó y salió de la oficina.
Tomó sus cosas de su locker y salió, pasando por dos pasillos hacia la puerta exterior. En la entrada la recepcionista le preguntó si todo estaba bien y Desmond le dijo que lo despidieron. Ella dijo "te compadezco" a lo que él simplemente asintió. Pasó su tarjeta magnética sobre una caja blanca junto a la puerta y está se abrió. Abrió del todo la puerta y salió afuera. En él todo era rabia, que a medida que camina por la vereda siguiendo el recorrido de su ómnibus, se fué convirtiendo en preocupación. Con sus cincuenta y tres años de edad le será terrible encontrar empleo. Por más que tuviese seis meses de seguro solo los primeros tres cubrirán el alquiler; los otros tres ni para eso alcanzarán. De rabia y pena se le llenaron los ojos de lágrimas, pero no lloró. Siguió caminando mientras ordena de a poco sus ideas.
Recibió una llamada y se fijó en el celular de quién era. Era de soledad, su amiga desde el liceo y que trabaja de prostituta. Le extraño que lo llamara en horario de trabajo. Contestó mientras caminaba y ella le preguntó cómo andaba. Él, ya más calmado, le dijo.
-En la calle. Hoy me despidieron.
-No me jodas, -Le contestó ella. -pues no hay mal que por bien no venga. ¿Quieres ser mi guardaespaldas? Comenzamos esta noche y te pago lo que en tu laburo.
Desmond se sintió contento y le respondió que aceptaba su propuesta. Ella le dijo la hora y el lugar en el que se encontrarán y él le confirmó que irá. Colgó y sintió cómo se relaja todo su cuerpo. Al menos seguirá trabajando, aunque sea de chongo. Se rió por este pensamiento y siguió hasta la siguiente parada y espero el ómnibus allí.
Son las diez de la noche y Desmond espera sentado en el Cherry Cucu de soledad. Soledad, aún atractiva y de pelo oscuro hasta la media espalda se encuentra parada en la esquina. Él la vé desde el retrovisor como hace poses para los autos que pasan. De pronto reconoce a un auto verde flúor que estaciona detrás de él. Del mismo baja el gerente que vá a hablar con soledad. Desmond siente que algo raro está pasando y no tarda en bajar e ir con el dúo. Allí escucha que ella le dice al gerente que no debió haber venido. Desmond toca el hombro del gerente y le dice.
-¿Qué significa esto? Ya mismo me retomás en el trabajo o tu esposa se va a enterar de esto.
El gerente asintió con la cabeza nervioso y se retiró en su auto. Desmond quedó solo con Soledad y le dijo.
-¿Qué significa todo esto? Explícate.
Soledad con cara de apenada le dice.
-Él me contó que trabajabas para él. Deduje que eras tú y lo confirmé cuando me dijo tu nombre y apellido. Viste como soy yo de impetuosa. De inmediato se me ocurrió que te despidiera así trabajabas para mí. Lo siento Desmond, fue una idea loca. Sabes lo que te aprecio.
Desmond se tomó la cara con sus manos exasperado, y una vez que estuvo más tranquilo dijo.
-Que sea la última vez que juegas conmigo así. Por mi parte no hay rencores.
Desmond la acompañó el resto de la noche pensando en lo estresante del día que pasó.

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El Dragon De Ciudad
AléatoireSerie de cuentos que disfruté escribiendo. Algunos son cuentos que escribo para aclarar mi mente. Otros son ocurrencias del momento. Espero le hagan pasar un buen rato a quien se tome la molestia de leerlos. Atte. Damián Gauto