Capítulo 4

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Después de una tarde llena de trabajo, lo mínimo que esperaba Jennie, era un descanso. Ese día, no había recibido ningún tipo de información relevante. Lisa pasó gran parte del día hablando de Nayeon, imaginando lo que podía estar haciendo.

Almorzaron en un silencio cómodo, pero con Lisa, cosas como esas, no duraban mucho. Jennie ya se estaba acostumbrando al sonido de su voz.

La beta era de las sorpresas más grandes que había tenido en esa casa. Creía que todo el mundo intentaría golpearla, o que la venderían a penas llegase a esa casa, pero todo lo contrario. En su posición de omega, no estaba segura en ningún lugar. Lo sabía, pero con Lisa, al menos ya se sentía cómoda.

Para su buena suerte, no se había topado en ningún momento con aquel alfa. Lo agradecía con todo su ser, y también agradecía el hecho de que Lisa no se haya separado de ella en ningún momento. Para trabajar en la mafia más grande del continente, podía jurar que la beta tenía un lindo corazón. Hablador, pero bueno.

En el momento que se encontraron con Roseanne, el nerviosismo de Jennie se hizo presente. Sentía una ansiedad creciente, formándose en su pecho. Sus piernas temblaban, y sus manos sudaban. Tenía una expresión neutral, pero al ver a Jennie, cambió por una sonrisa amable.

Roseanne jamás iba a la cocina de los omegas. Primero que todo, ese no era su lugar en la casa, por su condición de alfa y su puesto dentro de la familia, y segundo, su madre le había prohibido molestar a los omegas que trabajaban tranquilamente en su casa. Con su simple aroma, enloquecían.

—Buenas tardes.

Saludó con voz cansada. No demostraba su cansancio, pero estaba destruida. Deseaba ir a su habitación, y caer a su cama, para dormir hasta mañana, pero primero tenía que ver a la omega y asegurarse de su bienestar.

—Roseanne ¿Cómo estás? ¿Mucho trabajo?

—Un poco.

—¿Sabes a dónde fueron Nayeon y Mina? Intentamos ingresar a su habitación, pero nadie contestó.

—Están de viaje. Barcelona.

La expresión de Lisa cambió a una confundida. En su mente, la persona que debía viajar era Roseanne, pero estaba frente a ella, mirando tímidamente a una cabizbaja Jennie.

—Creí que irías tú. Bueno, las dejo.

La chica abandonó la cocina, dejando a una Jennie mucho más nerviosa. No deseaba mostrar ese nerviosismo, pero era difícil. Algo en ella se estaba descontrolando, acelerando, y haciéndola sufrir.

Roseanne por su parte, pensaba en una manera de no ser tan obvia, y hablar con Jennie de alguna forma u otra. Estaba curiosa. Quería conocerla correctamente.

—¿Tuviste un buen día?

Preguntó cautelosamente, siendo consciente que podía asustar a Jennie de alguna manera. No deseaba que se fuera.

—Sí, supongo ¿Tú?

Roseanne pensó en su respuesta. Había sido un día horroroso. Demasiadas cosas en las cuales debía pensar, y trabajar.

—Un buen día.

—Me alegro por ti, aunque tengo que hacerte una pregunta.

—Oh, la que quieras.

—¿Puedo salir?

—¿Q-quieres irte?

𝑰𝒏𝒇𝒊𝒍𝒕𝒓𝒂𝒅𝒂 - 𝑪𝒉𝒂𝒆𝒏𝒏𝒊𝒆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora