Capítulo 22

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La oficina de Roseanne se encontraba sumida en un silencio sepulcral. La alfa, estaba demasiado concentrada en el rostro de aquella omega, que descansaba en el sofá de cuero. Le mostraba una gran sonrisa, y le envía uno que otro piropo.

Nunca creyó admitirlo, ni mucho menos experimentar el sentimiento abrasador que recorría su pecho. Nunca imaginó estar completamente entregada a un sentimiento poco racional, pero en ese momento, y en ese lugar, podría decirlo con seguridad. Estaba irremediablemente enamorada de Jennie.

Por más que le haya dado mil vueltas al asunto, desde hace mucho tiempo, lo había notado. No era normal tener tanto amor recorriendo su cuerpo, pero estaba allí, observando a la omega, mientras se derretía de amor por ella.

A pesar de sentir muchas cosas, tenía miedo de confesar sus sentimientos. Se encontraba viviendo el sueño más perfecto del mundo, y que ella estuviera enamorada de Jennie, no significaba que Jennie le correspondiera de la misma manera.

—Llevas mirándome por mucho tiempo. ¿No prefieres sacarme una foto?

La suave voz de Jennie, la sacó del trance profundo en el que se había sumido. Ya se encontraba en su regazo, mientras jugaba con su cabello rubio. Se llenó del aroma que desprendía la chica, y besó su mejilla, para al final, morderla suavemente.

—Nos podemos tomar una foto, para después de muchos años, volver a verla. ¿Qué opinas?

—¿Cómo una máquina del tiempo?

—Un poco. Se la podemos mostrar...

Se detuvo antes de soltar aquella palabras, y negó para sus adentros. Nunca había hablado ese tema a fondo con Jennie. Simplemente, le había comentado que deseaba tener muchos cachorros.

—¿A nuestros hijos?

Las mejillas de Roseanne se encendieron automáticamente, y escondió su rostro en el hombro cálido de la omega. Una suave risa, fue la respuesta que recibió ante su momento de vergüenza.

Jennie claramente había imaginado muchas veces lo que se sentiría tener hijos junto a Roseanne. Imaginaba a sus cachorros, y con esa ilusión, su rostro se iluminaba. Quería tener hijos, pero la reciente aparición de su madre había puesto su mundo de cabeza.

La mujer que le dio la vida había dejado muchos vacíos emocionales, que nunca se iban a borrar. Sabía lo difícil que había sido para ella, recuperarse de aquel golpe. Las terapias que tomó en su adolescencia, y el amargo recuerdo del abandono, la perseguía como una sombra.

Tenía miedo de ser una mala madre con sus cachorros, o causarles dolor de alguna manera. Quería ser una buena madre. La mejor madre posible, pero, ella nunca había tenido un ejemplo correcto de lo que era ser madre. ¿Cómo sabría hacer las cosas bien?

—Roseanne.

—¿Sí?

—¿Crees que tus padres son buenos padres?

La mayor se tomó un tiempo para analizar la pregunta de Jennie. Su primera respuesta, iba a ser que sí, pero sentía que debía analizar por completo su vida.

Sus padres habían sido grandes compañeros de vida para ella. La alentaban desde pequeña, a buscar su felicidad, y realizaban muchas cosas por su bienestar. Nunca le habían faltado el respeto, y le enseñaron buenos valores, que con el tiempo, ella misma pudo continuar cultivando.

Para el resto del mundo, Jung-Ki y Jihyo, podían ser considerados como malas personas, pero Roseanne, era de las pocas que podía juzgar correctamente a sus padres. Ella los conocía.

—Lo son. No sólo porque sean mis padres, sino, porque realmente me dieron muchas herramientas para ser quien soy. Me dieron cariño, valores, educación y protección. Espacios seguros para desenvolverme. En otro lugar, me hubieran golpeado muchas veces por las tonterías que hacía de pequeña, pero no. Tengo a los mejores padres del mundo.

𝑰𝒏𝒇𝒊𝒍𝒕𝒓𝒂𝒅𝒂 - 𝑪𝒉𝒂𝒆𝒏𝒏𝒊𝒆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora