Capítulo 5

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Jennie y Lisa, pasaron el día entre habitaciones, salones y escobas. Tenían muchísimas cosas que hacer, y por un altercado en la mañana, no podrían detenerse, a pesar de que Lisa le hubiera pedido a Jennie que se tomara el día, la omega no estaba dispuesta a no hacer nada. Tenía que cuidar ese trabajo.

La omega sentía la mirada de todos los alfas cuando pasaba, pero no hacían nada extraño, aparte de mirarla. Buscaba inconscientemente al guardia de esa mañana, pero ni siquiera había conseguido observar su rostro, y tampoco sabía quién era el otro alfa con el que estaba discutiendo Roseanne cuando llegó.

Almorzaron en la cocina vacía. Jennie comenzaba a creer que todas las personas con las que se topó el primer día habían sido parte de su imaginación.

Lisa estaba particularmente conversadora ese día. Hablaba un poco de esto, y un poco de aquello, dejando a Jennie totalmente confundida, mientras aún pensaba en todos los omegas que había visto. Las cosas en esa casa eran un poco extrañas.

—En mis dieciocho años de vida, nunca había conocido a una persona como tú. Eres adorable.

—Lisa...

—¿Sí?

—El día que yo llegué, este lugar estaba lleno de omegas. ¿Dónde están?

—Pues, decidí que íbamos a almorzar un poco más tarde. No quería que te toparas con tantas personas tus primeros días. Ahora deben estar en sus habitaciones, o algunos en otras tareas.

—¿Y se puede hacer esto? ¿Comer en un horario diferente?

—Sí. En realidad, no, pero tranquila, no va a pasar nada. No nos van a despedir por algo así. Para Roseanne es mejor que estés cómoda. No creo que con tantas personas estuvieras cómoda.

Jennie asintió despacio. No quería ser maleducada o algo parecido, pero no podía sacarse de la cabeza a Roseanne. Todo tenía que ver con ella. Parecía controlarlo todo, aunque no estuviera allí, junto a ellas. Lisa mencionaba a cada minuto a Roseanne. "Roseanne es esto, Roseanne es esto otro. A Roseanne le gusta esto..."

Algo se removía en su interior cada vez que Lisa alababa a Roseanne como si fuera un santo. Tenía ganas de salir de esa cocina, y callar a la beta. Esa sensación extraña tenía un nombre, pero Jennie estaba demasiado ocupada en otras cosas, que no se ponía a pensar en los detalles que la atacaban desde que había llegado a esa casa. Esos pequeños detalles que se activaban al pensar, al imaginar o al ver a Roseanne.

—Roseanne tiene suerte... Eres preciosa.

—¿Por qué tendría suerte? No entiendo tus comentarios. Llevas hablando de Roseanne desde que se fue. No lo comprendo. Parece una especie de obsesión —había llegado a su punto de explosión. Estaba cansada de escuchar a Lisa mencionar tantas veces a la alfa. La amargura en su pecho, no se iba con nada— ¿Por qué esa chica tendría suerte? ¿Qué relación tengo con ella? Tienes que ser más clara. No. No seas más clara. No quiero una alusión a Roseanne, en lo que queda de día. ¿Por qué hablas tanto de ella? ¿Ustedes... Tienen algo o qué?

Lisa estaba sorprendida. Extrañamente sorprendida. Era la primera vez desde que había llegado, que Jennie decía tantas cosas en una oración. Eso era lo bueno. Lo extraño, era la manera en la que su tono de voz la estaba dañando de manera inconsciente.

—C-creí... Que te gustaría saber de ella.

—¿Por qué querría saber de Roseanne? Ella no es mi amiga, y no lo va a ser nunca. Es una desconocida. No me interesa saber de Roseanne. Ni siquiera la quiero cerca. Ella... No es buena persona.

𝑰𝒏𝒇𝒊𝒍𝒕𝒓𝒂𝒅𝒂 - 𝑪𝒉𝒂𝒆𝒏𝒏𝒊𝒆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora