Capítulo 26

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La vida de Jennie Kim había cambiado.

Volver a su vida fuera de la casa de la familia Park había sido toda una locura, y de ese día, habían pasado exactamente dos meses. Llevaba dos meses sin ver a Roseanne. Sin ver a nadie que tuviera relación con ellos. Todo había terminado.

Parecía que hubiera sido hace poco que ella se encontraba junto a Roseanne en Barcelona, o en la casa del árbol, pero llevaba mucho tiempo sin saber nada de ellos. No sabía nada de nadie.

Cuando pensó en la vida fuera de allí, no creyó que fuera tan difícil, pero a medida que pasaban los días, todo era mucho peor que el anterior. Extrañaba a Roseanne, y con cada día que pasaba sin su compañía, moría un poco más.

Vivía junto a Jisoo, en el departamento de la beta, y Lisa. La novia oficial de Jisoo. Era la única persona que había entendido toda la situación que pasó, y logró hacer el esfuerzo de perdonar a Jisoo. Eso era amor verdadero.

La única relación que había mejorado durante esos dos meses era con su madre, y con Bear, el cachorro que crecía con rapidez. Era de las pocas cosas que lograba sacarle una sonrisa a Jennie, o sacarla de su casa los días que no trabajaba.

Trabajaba para un casino muy famoso en Seúl. Su turno iba de ocho de la noche, hasta las doce, y por atender a borrachos, le pagaban demasiado bien. No podía quejarse de nada.

Lo único en lo que pensaba Jennie, era Roseanne. Tenía recuerdos de los que se alimentaba su alma, pero sabía que no podría vivir de ellos eternamente. Todo lo que quedaba de Jennie Kim, era la sombra de lo que había sido en algún momento.

Muchas veces se dedicaba a buscar entre los clientes del casino, un rostro familiar. Buscaba la suavidad de las manos de Roseanne. Tal vez un par de orbes intensos y agradables. Un aroma exquisito, pero nada. No la encontraba.

Perdió mucho peso, la palidez en su piel, había incrementado, y las marcas violetas debajo de sus ojos, parecían imborrables. Jennie estaba muerta en vida.

Ese era uno de los días en los que la omega, no se encontraba a sí misma. Llevaba diez minutos mirando al horizonte, en busca de alguna respuesta para reencontrarse con su alfa.

La multitud de personas comenzaba a presentarse en aquel casino, pero ninguno lograba captar la atención de Jennie. Ninguno era atrayente para sentirse viva nuevamente. Ninguna de esas personas era Roseanne.

Estaba contando pacientemente los minutos para poder volver a su casa. Extrañaba a Bear, y únicamente quería hundirse en su cama, hasta no despertar.

Frente a ella, se posicionó una alfa que no la había dejado de mirar durante toda la noche. Era bonita. Cabello oscuro y largo, piel de porcelana y un par de orbes esmeralda. Aquella mujer, sólo tenía un objetivo en mente.

—Buenas noches, ¿Puedes venderme tu mejor trago?

Jennie automáticamente entendió que esa mujer no era coreana. Un acento extranjero tremendamente marcado se presentó ante ella. Podía jurar que era de Rusia, pero también, se iba por la opción de que era Alemana. Ambas alternativas podría estar correctas, y a ciencia cierta, no le interesaba mucho.

—Sí, mi compañero va a preparar lo que usted le pida. Después pase por la caja para pagar su pedido.

La omega le hizo una señal al beta que llegaba de milagro. No deseaba convivir con la persona que la llevaba acosando con la mirada por más de media hora.

—¿No puedes hacerlo tú?

—No.

Simplemente se alejó de la alfa, mostrándole su mayor cara de odio, y llegó al área de la caja, en donde tendría que esperar a que esa mujer pagase su trago, y se dignase a retirarse.

𝑰𝒏𝒇𝒊𝒍𝒕𝒓𝒂𝒅𝒂 - 𝑪𝒉𝒂𝒆𝒏𝒏𝒊𝒆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora