Capítulo 26

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TEPIC ERA UNA CIUDAD PEQUEÑA, SUS EDIFICIOS ERAN BAJOS, aquellos más altos eran los hoteles -que tampoco lo eran demasiado-, tenía algunas plazas y un par de parques, sobre todo, Ayla debía conceder que el aire se sentía distinto de algún modo, má...

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TEPIC ERA UNA CIUDAD PEQUEÑA, SUS EDIFICIOS ERAN BAJOS, aquellos más altos eran los hoteles -que tampoco lo eran demasiado-, tenía algunas plazas y un par de parques, sobre todo, Ayla debía conceder que el aire se sentía distinto de algún modo, más ligero pero al mismo tiempo más pesado, libre de la peste de las fábricas pero cargado de aquello que ella por primera vez pudo reconocer como magia.

Las calles eran estrechas en su mayoría, algunas eran curvas y otras rectas, había tanta variedad que a pesar de las indicaciones que les dieron para llegar al hotel, tuvieron que recurrir a la confiable herramienta que era el GPS.

El vuelo por fortuna había sido directo y había durado dos horas, el aeropuerto parecía estar hecho escala como todo allí, pero podía considerarse que tenía el tamaño perfecto pues se notaba poco concurrido, las dos horas de vuelo habían resultado casi sencillas para Ayla en comparación con el vuelo que habían tomado hasta Ciudad de México, la conversación había sido ligera y amena entre Ayla y William, la tensión entre ambos había sido intencionalmente reprimida por el momento pues ambos eran conscientes de que una cabina presurizada voladora no era el mejor sitio para comenzar a discutir a voz tronante. Habían hablado sobre trivialidades en su mayoría, Ayla había sido consideradamente menos hostil de lo que habría deseado pues, aunque no lo quisiera así, el hecho de que William estuviera tratando de distraerla para que no sufriera durante el vuelo era algo que le derretía el corazón.

Ayla descubrió verdad en sus furiosas palabras cuando notó que todo estaba sucediendo con demasiada rapidez, el tiempo se le estaba escapando en todo descuido, escurriendo entre sus dedos como si fuera agua, se derramaba y huía fuera de su alcance. Ayla no conocía a William. William no conocía a Ayla. ¿Cómo, entonces, podía sentir que todo aquello era real si ella había crecido incrédula ante la idea del amor a primera vista?

Ella era humana, escéptica como muchos, una creyente únicamente de aquello que podía ver y sentir, pero lo sentía en sus manos, en sus brazos, en sus piernas, en su mente y en su corazón, sentía que William era real, incluso en la distancia sentía su corazón latiendo por y para ella, era puro y desenfrenado egoísmo que eso fuera para ella un disfrute, pero no podía evitarse, cualquiera sentiría algo como aquello habiendo sido desprovisto de ese tipo de amor durante su vida y luego obsequiado con algo tan puro, natural y hermoso que se sentía irreal.

Ella no carecía de una historia, todos tenían una, aunque a veces se sentía mejor pretender que la habían olvidado, porque a veces las cosas no son lo que se espera, y la vida no está compuesta por los cuentos de hadas que quisiéramos, sin embargo las personas suelen ser una excelente contribución a ello, hay personas que te hacen sentir en un sueño, pero también hay personas que te hacen sentir un abrupto despertar.

El hotel en el que habían reservado habitaciones era considerablemente pequeño, diminuto en consideración con el anterior, estaba en el centro de la ciudad, un edificio de cinco pisos, ubicado junto a una pequeña plaza, los detalles en su estructura y sus interiores eran detallados y antiguos, de cierta forma le recordaban la misma esencia barroca, ornamentada, aunque sin llegar a ser excesivo.

La Maldición de la Luna  [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora