Capítulo 10

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WILLIAM REALMENTE NO HABÍA ESTADO HACIENDO NADA, la mayor parte del tiempo encerrado en su estudio personal sí se encontraba trabajando, supervisando, revisando y analizando cada una de las leyes que los regían como especie, pero también era su re...

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WILLIAM REALMENTE NO HABÍA ESTADO HACIENDO NADA, la mayor parte del tiempo encerrado en su estudio personal sí se encontraba trabajando, supervisando, revisando y analizando cada una de las leyes que los regían como especie, pero también era su refugio y escondite de Ayla, y en aquel instante específico solo había estado recostado en su silla, mirando la pared.

Ayla había llegado a su vida a ponerlo todo completamente de cabeza, a destruir cada idea que él creía que era sólida, y eso lo había hecho solo con una mirada, no podía imaginarse lo que podría suceder si le daba una oportunidad, si hacía todas esas cosas que tanto quería, no quería ni pensar en lo que sucedería si se daba la oportunidad de quitar uno de sus rebeldes mechones de cabello de su rostro y probaba sus labios.

Su sola imaginación le provocaba añoranza, y eso estaba terriblemente mal según él, pues era el alfa de una manada importante y poderosa, tenía que tomar decisiones difíciles y no podía permitirse dudar al respecto o respecto a sí mismo por una humana, tenía que hacerse cargo de su manada y no podía priorizar a Ayla aún si eso era lo que la Luna quería.

Ayla era su otra mitad, pero él era el alfa, no podía permitirse preocuparse por su otra mitad cuando debía preocuparse por su manada, y fallaba miserablemente a pesar del esfuerzo que hacía.

La mayor parte del tiempo sus pensamientos giraban en torno a Ayla, que circulaba por la casa, que impregnaba cada sitio con su aroma, que hacía que su risa resonara en cada rincón hasta llegar a sus oídos, que mientras dormía a veces murmuraba su nombre, cuya sola existencia le sonsacaba una genuina sonrisa que un alfa como él no se podía permitir. Era débil ante ella, y alguien que debía cometer las atrocidades que él cometía no podía ser débil.

El primer sonido que pudo escuchar fue el tenue sonido del llanto pero no le prestó atención, pensando en que seguro era la televisión, después fue el sonido de la maleta golpeando el suelo pero lo atribuyó a algo que se había caído en algún sitio, pero cuando escuchó el cristal rompiéndose y los sollozos aumentaron drásticamente corrió fuera de su estudio, corrió escaleras arriba y a su habitación.

Antes de que su mano siquiera pudiera posarse en la perilla de la puerta se paralizó un instante al detectar el inconfundible aroma de la sangre, Ayla estaba herida, de un tirón abrió la puerta, fue tan brusco que incluso pudo haber arrancado la puerta de forma accidental sin importar en absoluto las bisagras que la retenían anclada al marco, habría sacado las puertas de sus goznes sin dificultad alguna.

Ayla estaba en el suelo, había trozos de vidrio y algunos trozos de madera por doquier, sus manos tenían varios cortes pequeños que sangraban y se abrazaba a sí misma. Si William había quedado paralizado al oler el aroma a sangre entonces en ese instante estaba prácticamente petrificado.

No se atrevió a decir nada, simplemente la cargó y depositó con cuidado lejos de todo aquello que la lastimaba, al menos de forma física, ella no emitió un solo sonido además de los sollozos ocasionales, simplemente se aferraba a su propio cuerpo y lloraba con la vista fija en la nada.

La Maldición de la Luna  [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora