Capítulo 16

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CUANDO CHRISTINA TRATÓ DE ABRIR LOS OJOS DESCUBRIÓ QUE SE LE COMPLICABA BASTANTE, sus ojos se rehusaban a abrirse pero cuando finalmente lo logró tuvo que cerrarlos nuevamente de forma rápida porque la luz golpeando contra su rostro era demasiado ...

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CUANDO CHRISTINA TRATÓ DE ABRIR LOS OJOS DESCUBRIÓ QUE SE LE COMPLICABA BASTANTE, sus ojos se rehusaban a abrirse pero cuando finalmente lo logró tuvo que cerrarlos nuevamente de forma rápida porque la luz golpeando contra su rostro era demasiado intensa, parpadeó varias veces tratando de que su vista se adaptara al exceso de iluminación.

Se encontraba recostada en una amplia cama en una iluminada habitación a la que no le prestó mucha atención para poder concentrarse en el hecho de que todo su torso y abdomen estaba envuelto en una larga venda con una mancha de sangre en la parte baja de su abdomen, pudo notar a pesar de que llevaba una blusa ligera sin mangas, recordó fugazmente las garras del lobo desgarrando su piel, se recompuso rápidamente de la sorpresa, lista para saltar por la ventana abierta de la habitación si eso era necesario.

La venda que la envolvía le indicaba que no sería necesario escapar sin embargo la misma herida por la que estaba allí le recordaba que las probabilidades de que estuviera en peligro eran altas. En un rápido movimiento, ella ató los cordones de sus zapatos deportivos y con un chasquido de dedos su cabello se liberó de la liga que lo sujetaba, no tenía sentido ya tratar de curar la herida que los lobos habían hecho, era tarde ya y una marca permanecería siempre así, tres largas líneas producidas por un zarpazo que recorrerían su abdomen de extremo a extremo.

Le tomó un par de minutos que la hicieron sentirse avergonzada de sí misma notar a tres muchachas paradas en la puerta de la habitación, ese ligero sobresalto que había tenido no debía suceder, había entrenado y practicando incansablemente para que las sombras solo la escondieran a ella y a nadie más. Las manos de Christina comenzaron a emitir su característico brillo dorado, mientras dos de las muchachas permanecieron impasibles, la tercera observó el brillo fijamente, lo siguió con la mirada cuando Christina movió sus manos y entonces el brillo cesó de repente.

Identificar un hombre lobo era siempre sencillo, pues ellos crecían escuchando despreciables historias acerca de la especie de Christina así que apenas identificaban a uno de los suyos siempre colocaban una frívola y despectiva expresión, pero ella, la chica con el largo cabello castaño claro era distinta en varios aspectos, no eran solo sus rasgos físicos poco comunes entre la comunidad de lobos sino también su expresión fascinada, ella era la humana que había ido a buscar.

—Ayla Wright —llamó, mirándola con cautela.

La muchacha dio un paso al frente, pero apenas ella avanzó las otras dos que la acompañaban también lo hicieron, Christina casi soltó un bufido.

Cuando Ayla quiso avanzar nuevamente, ignorando el hecho de que sus acompañantes estaban reticentes al respecto, una de ellas sujetó el brazo de Ayla con fuerza, era una muchacha que parecía de la misma edad que Ayla, quizá un poco mayor por un par de años, era bastante alta y de complexión escuálida pero por la mueca de dolor en el rostro de la humana no era complicado asumir que era más fuerte de lo que parecía, ella tenía el cabello poco más abajo de los hombros con algunos mechones de color anaranjado que se veía oscuro por el contraste con el resto de su oscura cabellera, su rostro era tan delgado como el resto de su cuerpo y eso se notaba en los afilados pómulos en su rostro.

La Maldición de la Luna  [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora