Capítulo 26, Ella es Alicia y él es Leonardo

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Un día nuevo se levantó, el sol brillaba con fuerza, nuestra querida niña se encontraba muy animada cepillando sus dientes tarareando una canción, después de su rutina diaria de aseo pasó a la cocina para su desayuno, allí, su madre la esperaba para platicar sobre su segundo encuentro con sus padres biológicos y ese hecho oscureció su perfecto día.

El encuentro ya no era en una oficina, Azul y sus padres permanecían charlando en una heladería, Helen conversaba con la pequeña —debes intentar hablar con tus padres al menos una hora.

—Uh... bien —contestó Azul, intentado no darle importancia al asunto, molesta desde el primer segundo que su madre le mencionó el tema en la mañana.

—Tus padres quieren conocerte, podrán verte dos o tres días a la semana, si hay algún problema debes conversarlo conmigo y yo me encargaré de resolverlo, ¿de acuerdo?

La pequeña solo asintió sin mirarla a los ojos, justo en ese momento los desconocidos según Azul llegaron —Hola, disculpe la tardanza.

—No está bien siéntense, yo debo retirarme, espero que todos pasen un momento agradable.

La señora Helen se retiró y un silencio agobiante se hizo escuchar, el señor Guzmán decidió deshacerse de la monotonía. —Me da gusto que hayas venido Azul, te ves muy linda hoy... les estaré toda la vida en deuda por haber cuidado de Azul —agradeció a sus padres.

—No fue nada, me alegra tener a Azul como hija, es una gran chica —contestó la señora Smith con una gran sonrisa.

—Es muy buena estudiante —le siguió su esposo.

La empleada de la heladería se acercó para tomar sus pedidos, el señor Guzmán ordenó 5 helados, preguntó a los presentes que sabor deseaban.

—El que sea estaría bien —Explicó la señora Smith.

Y así aprovecho para dirigirse a Azul —Princesa ¿Cuál es tu sabor favorito?

A regañadientes contestó —¡no lo sé!, no me gusta el helado, lo odi...

La señora Smith interrumpió apresuradamente —¡chocolate! Para Azul chocolate.

Azul desvió la mirada hacia la ventana. La historia de Moisés vino a su mente, sin apartar la vista preguntó —¿Qué clase de egipcio te perseguía?

—¿Egipcio? ¿A qué te refieres princesa? —consultó la señora Ávila sin entender la pregunta.

—Bueno, la madre de Moisés dejó a su hijo a la orilla del rio Nilo para que los egipcios no lo mataran, ¿no crees que es obvia mi pregunta? ¿No conocés la historia de Moisés?... ¿Cuál fue la razón para darme en adopción? —los ojos acaramelados de Azul se enfocaron en los iguales de su madre con una mirada fría y penetrante.

Su expresión y pregunta impactó tanto en sus padres biológicos como sus padres adoptivos.

—Bu-bueno yo...

—Azul es muy pronto para hacer esa clase de pregunta, —defendió la señora Smith.

—¿Pronto? Tuvieron 8 años para pensar una buena excusa —dirigió su vista de nuevo a la ventana.

El señor Guzmán respiró hondo, ya se había preparado psicológicamente para responder esa pregunta... —lo siento Azul, es mi culpa, cometí muchos errores cuando era joven, dejé a tu madre sola y no tenía dinero para que llevaras una buena vida, ella tomó la decisión, pensó que era lo mejor... lo siento mucho, yo debí quedarme con ella y con vos.

Azul seguía observando la ventana, sus ojos le insinuaron querer llorar, pero, reprimió ese sentimiento.

—¿Por qué quieren conocerme ahora? —su tono frío desapareció en vez de ello su tono fue triste y lleno de decepción.

—Vos sos nuestra hija ¿no podemos entrar en tu vida?

—Solo queremos verte crecer, saber cómo estás, estar presente en cada paso que des a partir de ahora, ver cómo te convertirás en una señorita —continuó la señora Ávila—, ¿Podemos quedarnos princesa?

Azul decidió al fin mirarlos a la cara, tomó la mano de su madre a la izquierda y la de su padre a la derecha para ponerlas juntas encima de la mesa, quedando ella en el centro —pueden entrar, pero recuerden que este es mi círculo, está es mi vida y no tienen permitido sacarme de acá, perdieron ese derecho el día que decidieron dejarme en aquel lugar, ella es Alicia; mi mamá y él es Leonardo; mi papá.

Sus padres sonrieron aliviados, tristes y al mismo tiempo felices —De acuerdo Azul, está claro —dijo la señora Guzmán en medio de una sonrisa y un corazón menos aquejado, pero dolido con aquellas palabras, no había pensado nunca que oír la decepción de la pequeña le llegaría a doler tanto. Sabía que tenía razón, había perdido ese derecho.

Después de eso Azul fue más atenta, había un poco de paz, la tensión se había reducido, hablaron de la escuela, del trabajo, de cómo se comportaba en casa y cosas que para Azul parecían sin importancia, pero, las dos personas frente a ella se veían intrigados con cada palabra que decía.

La pequeña sintió paz consigo misma, porque sabía que se quedaría siempre en el lugar que realmente amaba y jamás iban a separarla de sus padres. 

Nota: Hello espero que se encuentren bien, no olvides comentar y votar, los quiero bye.

Tengo examen la semana que viene deséenme suerte, nervios a mil incluyanme en sus oraciones jaja, O_O  

La introvertida vida de AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora