Capítulo 12, La señora Ávila y el señor Guzmán

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En el auto el señor y la señora Smith hablaron con Azul —Si no querés ir, decime, aplazaremos la reunión unos días más.

—Esta bien mamá, es mejor ir ahora, ya estamos aquí de igual forma. Azul bajó la mirada y susurró —tengo miedo, yo no hice nada malo ¿Cierto?, no fue mi error que me dieran en adopción.

La señora Smith le dió un beso en la frente —No. ¡Por supuesto que no!. Como podés pensar algo así. ¿Recordás la historia de Moisés? —Azul asintió con la cabeza—. Bueno cariño, la israelita que, dejó a su bebé en la canasta también hizo un sacrificio —la señora Smith sujetó su rostro dándole una caricia en sus mejillas con sus pulgares—, Sacrificar no es solo matar, también significa renunciar a algo muy preciado para un bien mayor. Si ella no hubiera tomado esa decisión ¿vos qué creés que hubiera pasado con Moisés?

—Hubiera muerto —respondió.

—Sí, lo ves. Gracias a que, Moisés vivió en el palacio, tuvo oportunidad de liberar a su pueblo, esa era su misión, fue esa la razón por la que su madre debió dejarlo en aquel río, fue obra de Dios que él sobreviviera, ¿Por qué?... Porque tenía un propósito en este mundo. —Terminó tomándola de la mano, con la mirada fija en ella —entonces Azul, vos llegaste a nosotros no porque alguien lo haya decidido, fue obra de Dios; Dios te trajo a nosotros y solo Él sabe porque.

Los ojos de Azul se llenaron de lágrimas y le dió un abrazo a su madre, —Te amo mamá.

—Y yo a vos —respondió dándole un beso en la coronilla.

—Y para mí no hay abrazo ¿No? —dice el señor Smith cruzando los brazos sobre su pecho, haciendo puchero.

—¡Papá! —Azul se lanzó sobre los brazos del señor Smith—, Yo también te quiero mucho.

El señor Smith la sujetó con fuerza —Y yo a vos, mi chiquilla. Ahora vamos que se nos hará tarde.

Salieron del auto y entraron en un gran edificio, había muchas oficinas de un lado y de otro, el aire acondicionado era demasiado fuerte, Azul por primera vez deseaba usar pantalón en vez de falda, su uniforme le encantaba pero se estaba congelando.

Se encontraba sentada en una silla del pasillo deslizando sus manos una con la otra, soplando entre ellas para calentarse, al final del corredor estaba la señora y el señor Smith conversando con una señora baja, obesa, de tez negra con cabellos encrespados, usaba un elegante traje de oficina.

—Será esa mi mamá —dijo en voz muy baja, mirándose los brazos para comparar los tonos de piel—, quizás mi padre es blanco.

Su madre se acercó —ven conmigo Azul, tus otros papás ya están aquí, en la otra sala, esperando por vos.

Dando un largo suspiro se levantó lentamente para sujetar la mano de su madre —¿Estarás conmigo?

—No, pero podré verte a través del vidrio, si algo sucede podés llamarme.

Azul sonrió y entró a una habitación, la señora de tez negra estaba allí.

—Hola Azul, ven siéntate —dijo señalando el sillón de al frente—, Mi nombre es Teresa, soy quien lleva el proceso de tu adopción.

—¡Ah! creí que usted era mi madre —teresa sonrió con simpatía.

—No nos parecemos mucho ¿no crees? —insinuó en tono de juego, Azul encogió los hombros.

—Quiero que estés calmada, solo será un momento y luego irás a casa, si te sentís mal o no te sentís a gusto, podés decirme y te llevaré con tus padres, yo estoy aquí para cuidar de vos ¿de acuerdo?

—Ok, está bien.

En ese instante dos personas entraron y se sentaron enfrente de ella.

—Azul, ellos son tus padres la señora Amanda Ávila y el señor Jesús Guzmán.

Azul observó a las dos personas cuidadosamente; tiene los ojos claros como los míos, delgada, blanca, cabello castaño, no nos parecemos ni un poco. Y ¿él?... flaco, calvo y bajo, mi papá es muchísimo más guapo y tiene mejor gusto para elegir su vestuario ¿Por qué vino en traje? No es como si fuera a una fiesta de gala, pensaba mientras los evaluaba detalladamente.

Teresa seguía sentada al frente lo que la tranquilizaba mucho.

La señora Ávila fue la primera en romper el silencio para saludar —Hola Azul, es un placer conocerte, sos muy linda —Le regaló una sonrisa genuina.

—Uh... Hola —dijo casi entre los dientes, apartando la vista.

Miró hacia el vidrio para ver si su madre estaría allí, pero todo estaba negro, no entendía lo que había dicho su madre. Dijo que la vería a través del vidrio y ella no podía ver nada.

—Estas en tercer grado, ¿no es cierto? —Comentó el señor Guzmán—, Teresa me dice que sos una excelente estudiante.

Azul seguía mirando el vidrio, ya no quería estar en ese lugar. Devolvió la mirada al señor Guzmán quien esperaba una respuesta —Sí, soy buena estudiante.

—¿Qué querés ser de grande? —continuó con una enorme sonrisa en su rostro.

—No lo sé, apenas tengo ocho, no sé ni que iré a cenar está noche —fue una respuesta fría, Azul los miraba fijamente. Su respiración se había agitado, no sabía si era el frio, los nervios o estaba molesta porque no veía nada a través del vidrio.

—Nosotros solo queremos conocerte, saber ¿cómo estás?

—Estoy bien, ¿puedo irme ya? —preguntó.

Teresa al percibir como su pierna no dejaba de tambalear contestó —de acuerdo, dile adiós a tus padres.

Azul se levantó diciendo ¡Bye!, corrió a la puerta y la cerró con fuerza, se apoyó en ella dando un suspiro largo y profundo "¡Vaya! Es lo más raro que he hecho en toda mi vida", se dijo internamente.

Teresa aún en la habitación se disculpó —Es el primer día, siempre es difícil el primer encuentro, quizás la próxima deba ser en una heladería o en un parque con sus padres presentes, pero, este es el primer paso.

La señora Ávila y el señor Guzmán entendieron la situación, sabían que sería difícil desde el principio, por esa razón no estaban sorprendidos en absoluto, además, la señora Smith ya les había comentado sobre la timidez de Azul.

Nota: volví, espero que les guste, no olvides votar y comentar bye

La introvertida vida de AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora