Capítulo 31, El día de la audición

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Ese día fue una fecha importante, me presenté ante un gran director, Miranda disfrutaba arreglarme para esas cosas aunque a veces creo que exageraba, las horquillas para el cabello en verdad estorbaban, las zapatillas apretaban y las medias pantis me daban calor y ¡no!, nada mejoraba a pesar de que, te halagaran diciendo que, "estas muy linda", era una completa tortura.

Louis dijo que el director era una persona muy obstinada y que no nos quedaríamos con él, pero que debía demostrarle algo, no entendía qué quiso decir con eso, sin embargo allí estábamos en la filarmónica de Buenos Aires, me sentía algo nerviosa pero logré controlarlo, caminando dentro del lugar nos tropezamos con el director Brown, me agradaba mucho ese señor, siempre estaba sonriendo como si no le preocupara el resto del mundo.

-Louis me alegra verte, traes a la pequeña -dijo el director. Parecía estar ansioso.

Al notar mi presencia se puso en cuclillas, sus ojos azules eran muy bonitos, al verlos de cerca me di cuenta que eran más oscuros que los de Louis. -Es un gusto pequeña, me alegrará trabajar con vos -acarició mi cabeza con ternura, yo solo sonreí.

-Hoy es la audición con el Director Noam, pero no se preocupe, Azul no trabajará para él solo quiero que se dé cuenta lo que perdió, es un viejo amargado debería tratar a los demás con más respeto -dijo Louis.

El señor Brown sonrió y le dió una palmadita en el hombro -muy bien muchacho así se habla, ahora Azul ve y dale una lección al viejo gruñón -me dió una sonrisa amistosa.

Louis me llevó dentro del auditorio, era muy hermoso y más grande que el del director Brown, el piso tenía la misma característica; no podía oír mis pasos debido a la alfombra, las luces brillantes dejaban ver el vacío de cada esquina, sentí la necesidad de abrazarme a mí misma por el aire helado que cubrió mi cuerpo de inmediato, al frente logré visualizar una persona apoyada en lo que parecía ser un escritorio, Louis sujetó mi mano y me sonrió, creo que intentaba darme ánimos. -¿Estás bien? -me preguntó.

-Sí, estoy lista, me siento bien no te preocupes, no tengo miedo -a veces pienso que se preocupa demasiado por mí.

-Esa es mi chica valiente.

Ya enfrente del escenario Louis saludó al director y me presentó, el señor me examinó levantando una de sus lanudas cejas, era realmente muy serio, su enorme nariz y bigote raro me recordaron a Sam de los looney tunes, creo que hasta lo amargado le cuadraba, reí dentro de mi cabeza al imaginarme su cabello teñido de rojo y su gran sombrero.

El director no dijo ni una palabra, él siguió con los brazos cruzados apoyado sobre la mesa, esa situación me incomodó, creo que él quería que me desapareciera, a mí no me hubiese importado irme pero Louis siguió hablando como si no le molestará, era muy bueno con las palabras, siempre deseaba tener la misma habilidad que él, para conversar con un extraño sin sentirme intimidada.

Al fin el señor delante de nosotros levantó su brazo y señaló su reloj -5 minutos tarde -explicó.

A quien le importaban 5 minutos, si estaba molesto por eso, porque no lo dijo antes. Fijó su mirada en mis ojos y dió dos pasos para acercarse, sentí mi corazón latir más fuerte, era como cuando iba al dentista, es decir, sentía miedo pero a la vez no era miedo porque sabía que iba a estar bien, no sé cómo explicarlo.

-Está es la pequeña prodigio, veamos que puedes hacer. Toca esto para mí -dijo con un tono bastante autoritario.

Me entregó una carpeta, tímidamente la recibí. Él sonrió de medio lado con un poco de malicia, y fue allí cuando entendí, lo que, Louis me dijo sobre esa persona; tenía un alma oscura, como el del señor que vendía barquillas cerca de la casa, nunca me daba una bola extra cuando se la pedía con ternura.

-Señor con todo respeto, Azul preparó una pieza para hoy, -manifiestó Louis en mi defensa.

-No me importa, un músico puede interpretar lo que sea -creo que arrogancia sería la palabra exacta para describir su actitud.

-Está bien Louis, tiene razón un músico puede interpretar lo que sea, -sonreí para calmarlo, parecía estar molesto. Tomé las notas con fuerza y subí al escenario.

Sentada en el taburete miré hacia el montón de sillas vacías, mis padres estaban sentados en las últimas bancas, gracias a que la luz cubría cada centímetro del lugar logré visualizar al señor Brown recostado en el umbral de la puerta al final del auditorio, por último dirigí mis ojos al director Sam, decidí llamarlo así desde ese día, le quedaba perfecto el apodo.

-La pieza que practique era el Vals de las flores de Tchaikovsky, es solo para que esté al tanto señor Sam, perdón Noam -reí internamente por equivocarme con mis propias palabras, aunque al mismo tiempo me sentía avergonzada, creo que no se dió cuenta... bueno era una persona muy hostil era posible que ni siquiera conozca alguna caricatura o sí?...

El director hizo una mofa y se sentó en su escritorio, no entendía porque estaba tan enojado, nadie le había hecho nada, acaso ¿no tiene hijos? Pensé; mi papá decía que "los niños son la felicidad del hogar", quizás debí decirle para que pudiera ser víctima de la risa y la bondad.

Nota: Hola people hoy estoy emocionada les tengo un regalo en el último capítulo. Vieron que Azul se apoderó de mi computadora es una niña rebelde ahora jaja, los quiero bye.

La introvertida vida de AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora