Capítulo 27, La batalla de los directores

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En la orquesta filarmónica de Buenos Aires

El director Brown pensaba en el muchacho que conoció en la cafetería, —será que esta vez sí he atinado —susurraba en voz baja.

—Hola director Noam ¿Cómo está? —saludó el señor Brown a su amargado colega.

—Buenos días —Gruñió.

—Ayer conocí el chico que rechazaste, no te arrepentirás de eso, —comentó burlonamente sentándose enfrente del escritorio del distinguido director quien lo ignoraba por completo—, Tengo un buen presentimiento con este chico.

—Siempre decís lo mismo —musitó, cerró la pantalla de su laptop para prestarle atención a su compañero—, ¿Por qué sos tan ingenuo? Cuántas presentaciones has visto este mes ¿15? ¿20?... los Beethovens no nacen con mucha frecuencia está apagada ciudad, dejá de perder tu tiempo Brown.

—Tenés envidia porque decido creer en las personas, todos tienen algo que mostrar y aunque han sido 24 presentaciones no me arrepiento de ninguna, no han sido tan... bu-bueno algunas han sido lindas.

El señor Noam se burló descaradamente —¿no han sido taaaan malas?, fueron espantosas ¿con cuántos te quedaste?

—Quien sabe, espero conseguir el próximo Beethoven —suspiró mirando el techo de la oficina con una gran sonrisa.

—Jajaja en tus sueños, tengo cosas más importantes que hacer, me retiro señor Brown —se levantó y salió de la oficina con una pequeña espinita clavada en el pecho.

Discretamente se dirigió a su secretaria y le exigió que llamará al chico del día anterior para que la supuesta niña talento se presentará la semana próxima.

**

En la escuela Louis buscó a su estudiante favorita para contarle sobre los directores que querían conocerla. La pequeña estaba concentrada escribiendo en su cuaderno de música sentada en el escalón más bajo de las escaleras, Louis llegó por detrás y visualizó con detenimiento lo que hacía, lentamente bajó y se sentó a su lado.

—¿Qué es lo que hacés? —preguntó.

Lo voz de Louis hizo que Azul se sobresaltara, cerró de inmediato su cuaderno e intentó recoger las hojas que tenía en los escalones lo más rápido que pudo.

—Déjame ver. Quiero ver Azul, sé lo que hacías.

—Solo jugaba.

—Bien, déjame ver tu juego parece divertido, —extendió su mano con amabilidad.

Azul suspiró en señal de derrota, sabía que Louis no iba a rendirse, por esa razón desistió y le entregó el cuaderno.

—Vaya, esto es impresionante, lo hiciste tú sola.

—Sí, solo jugaba un poco.

—Azul tenés un don —explicó Louis con gran asombro.

La pequeña había realizado una composición para piano, ansiosa le arrebató el cuaderno de las manos.

—Solo jugaba, tengo un montón de notas revueltas en mi cabeza que viven chocando unas con otras, eso es todo yo solo plasme lo que veo en mi mente —gritó molesta por la interrupción de Louis.

—Podrías estudiar composición musical... serás la mejor, lo que tenés supera mis expectativas. Conseguí dos directores que apoyen tu carrera, si ellos aceptan estudiarías con los grandes.

—¿Directores?

—Directores de orquesta, tendrás una audición la semana próxima.

—¿Qué? Estás loco, —se levantó alterada—, ¿audición? ¿En una semana?

—Yo no puedo ayudarte más Azul, mis conocimientos se quedaron pequeños y tenés mucho más que dar —Louis la tomó de la mano para sentarla de nuevo y calmarla.

—Podés hacerlo, yo sé que sí. Aún no has encontrado la respuesta a mi pregunta.

—Tú has pasado dos años buscándola, no me culpes por aún no saber la respuesta —expresó frustrada.

Louis sonrió —sí, dos años, pero al fin lo encontré, pronto sabrás el significado de tu don. —Louis pasó su mano sobre Azul para abrazarla—, Vas a lograrlo pequeña, confío en ti. 

La introvertida vida de AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora