AUSTIN
Me incorporé a la fiesta totalmente estupefacto.
Acababa de encontrarme con nada menos que Ashley Cooper, como una cuba, vomitando detrás de un chiringuito.
Sentí un nudo en el estómago y decidí que yo también debía alejarme de allí para aclarar mis pensamientos, que estaban más enredados que nunca. Iba mirando al suelo y casi me estampo con Mark de golpe.
-Eh, tío, ¿estás bien? ¿Has visto a Ashley?- me preguntó.
-Sí, la he visto. Y sí, estoy bien. Solo necesito pensar.
-Esto ha sido muy repentino...Si hubiera sabido que ibas a venir, te lo habría dicho...- su expresión fue inundada por la preocupación, por lo que me apresuré a calmarle.
-Da igual Mark, en serio, está bien. No pasa nada. Disfruta mucho con Kate.- le aparté con una mano y me deslicé entre la gente intentando llegar a más adelante de la orilla.
La oscuridad sumía aquella noche de principios de verano, y caminaba por la playa con las manos en los bolsillos, debatiendo conmigo mismo.
Joder, aquello parecía una jodida pesadilla.
Me había imaginado el reencuentro con Ashley de mil y una formas, pero ninguna se asemejaba a la que había pasado en realidad. Si hubiera sabido que esa morena de ojos oscuros se encontraría de nuevo aquí, probablemente habría sido demasiado cobarde como para venir.
Y es que no había avisado a nadie de que iba a volver porque ni yo lo tenía claro, había sido totalmente de improvisto.
Durante los últimos nueve meses, había estado yendo a la universidad, pero me había estado quedando mucho más en casa de mi madre en San Francisco. Eran tres horas de trayecto, pero que merecían la pena cuando estaba allí. Este pueblo me traía muchísimos recuerdos. No me había relacionado con casi nadie durante el curso.
Había estado distante con mi padre, con Peter, al que apenas había visto, con Kate, y a veces con Mark, cosa que me mataba porque no se lo merecía. Había intentado recomponerme, pero en el fondo sabía que había empeorado.
También, había aprovechado para viajar, e intentar olvidarme de todo, aunque había sido en vano.
Y es que, cuando creía que por fin la había superado, cuando creía que el muro que había construido a mi alrededor era lo suficientemente fuerte, con una sola mirada Ashley lo había echado abajo. Había roto todos y cada uno de mis esquemas.
Me froté el pelo y le di una patada a la arena. Joder, estaba frustrado. Mucho. ¿Por qué tenía que pasar esto justo ahora? Un verano después. El universo me tomaba el pelo.
Alcé la vista al cielo. Las estrellas lo decoraban formando constelaciones, que ahora más que nunca, me recordaban a ella. No me la podía sacar de la maldita cabeza.
La había visto cambiada. Más mayor, más alta, más madura. En tan solo un año, la expresión aniñada de su redondo rostro había quedado atrás. También tenía el pelo diferente, pero me gustaba. Estaba bien, la notaba bien, aunque algo más delgada de lo que recordaba. Pero sus palabras se me quedaron clavadas como una astilla. Estaba en su mejor momento, decía. ¿Sería verdad? Me alegraba, de verdad que sí, hasta la envidiaba.
Yo había pasado un año de mierda arrepintiéndome de cosas y anclándome en recuerdos, lo único que me quedaba de aquello que una vez tuvimos. Ni siquiera sabía si pudimos llamarlo una relación, fue algo demasiado intenso como para ponerle una simple etiqueta.
De todos modos, ahora la volvía a tener ahí, y estaba acojonado. Aunque ella dijera que no, había que hablar. Desde su marcha, asuntos demasiado importantes se habían quedado sin resolver, y todo había quedado reducido a malentendidos y a secretos muy dolorosos como para que volvieran a salir a la luz.
Pero debían hacerlo.
Desde que le di la noticia bomba, no volví a saber nada más de Jayden ni de ese tema. Mi padre no lo volvió a mencionar, la madre de Ashley tampoco. Ni siquiera sé cómo se lo tomó Ashley. Debió ser devastador, pero cuando se subió a aquel avión rumbo a Nueva York, me auto convencí de que no la volvería a ver.
Luego, mi padre y Jennifer, la madre de Ash, empezaron a salir. Debo decir que me sorprendió. No tienen nada por ahora demasiado serio, pero se me hace incómodo. Ver a su madre en ese modo con mi padre, ver a su madre simplemente, es un vivo recordatorio de que ella existió.
Y de que fuese lo que fuese lo que tuvimos, se había acabado.
Tampoco había sabido absolutamente nada de Sarah. Tampoco quería. Sus padres, ahora divorciados, seguían aquí, ya que su padre era el alcalde, pero ella no estaba por aquí. Corría el rumor de que se había ido a Europa a casa de una tía a seguir con la carrera. No quería saber nada de ella.
El grupo de amigos estaba peor que nunca, y a veces daría la vida por volver al verano pasado.
Aún sumido en los pensamientos que me nublaban la mente por completo, saqué del bolsillo trasero un paquete de tabaco y un mechero, y me encendí un cigarro. Estos últimos meses había acostumbrado a mis labios a ese sabor, y se había convertido en algo habitual. Le di una primera calada y expulsé con delicadeza la humareda gris. A la segunda, sentí como si todo aquello que me preocupaba careciera un poco más de importancia. Y a la tercera, me sentí con ganas de una buena copa.
Caminé hasta divisar un bar. Hacía mucho que no entraba en ese. La última vez, acabé en la cama con una tal Scarlett. Me quité todos esos pensamientos, con lo único que podía conseguirlo.
Podría tener más alcohol en vena que sangre perfectamente, cuando vi que una borrosa figura entraba en el local. Yo me había quedado sin dinero y estaba alargando mucho el irme por eso precisamente. Mascullé palabrotas entre dientes al ver que aquella figura era mi padre.
-Aquí tiene.- le soltó un fajo de billetes al empleado en la barra, y me agarró de la manga, obligándome a salir de allí.
Ya fuera, la luz de algunas farolas de la zona me permitió ver su expresión. Estaba furioso. No, joder, no. No tenía cuerpo para eso.
-¿Qué haces aquí, papá?- pregunté, arrastrando las palabras. Notaba que me iba a caer redondo al suelo de un momento a otro, ya que entre el sueño y la borrachera, me era difícil mantenerme en pie.
-¿Tú qué crees, Austin? Vienes ayer de improvisto, sin decirme nada. Vale.- se cruzó de brazos. Su arruga en el entrecejo cada vez era más pronunciada.- No me cuentas nada. Vale. Hoy me dices que vas a salir, solo para ver a Mark, y que vuelves a las doce y media, y no bebes. Vale. Son las tres pasadas, y te acabo de encontrar en un bar a punto de perder el conocimiento.
-No iba a perder el conocimiento, yo solo...
-¡Tú solo nada, Austin! Me estoy empezando a hartar de tu comportamiento. Tienes veinte años, eres un adulto, no me meto en tu vida, pero creo que sigo siendo tu padre, y si vienes a mi casa, tienes que ajustarte a unas normas. No voy a tolerar más esta actitud, y lo digo muy enserio. Sé que te ha afectado ver a Ashley. Vale, es normal, háblalo conmigo, pero no te aísles en estas cosas, hijo. Que sea la última vez, ¿me oyes? Y sino ya estará tu madre para aguantarte, porque pareces un maldito crío.- se desahogó.- Y ahora vámonos a casa.
Suspiré. Ni siquiera me apetecía discutir, no tenía fuerzas. Mi padre tenía razón. Estaba peor que nunca, y no había quien me aguantara.
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INDELEBLE
Teen Fiction[SEGUNDA PARTE DE "INEFABLE", COMPLETA EN MI PERFIL] Ashley Cooper cree haber recompuesto su vida tras el apasionante y a la vez doloroso verano anterior. Por eso mismo, decide que después de unos intensos nueve meses en Nueva York, viajará a Calif...