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ASHLEY

Rebusqué como una posesa entre mi armario para dar con algo decente que llevar a la estúpida fiesta organizada en el estúpido yate por el estúpido alcalde.

Sí, todo aquello era demasiado estúpido. 

Ya me imaginaba que mi madre me obligaría a asistir porque, según ella, era algo significativo y tradicional para dar la bienvenida al verano. Pero en la fiesta del año anterior, me había besado con Austin, y dormido con él en medio de la playa.

Y eso no se me había olvidado.

El caso es que yo no quería saber nada más de Austin, y estaba haciendo todo lo posible por evitarle, así que esperaba que no asistiera al evento. Mi madre iba con Andrew y yo tendría que ir como una niña pequeña a la que le han castigado sin chuches.

Joder. Es que no lo entendía, iba a cumplir diecinueve años, y a veces me sentía pequeña, muy pequeña, para todo lo que pasaba en mi vida. Pero luego me quejaba de que mi madre siguiera controlándome. 

En fin.

Como de costumbre, los pensamientos se acumulaban en mi mente. Lo único que me mantenía un poco distraída era la música de fondo, la que siempre ambientaba mientras hacía algo. 

Pero últimamente, ni siquiera la música me ponía de buen humor. Tenía que saltar muchas canciones que salían en aleatorio, porque me traían muchos recuerdos. 

Como la que empezó a sonar de repente, de One Direction. 

Joder. Fui corriendo y la salté. ¿En qué momento le tuve que enseñar mis canciones favoritas? Ya jamás las podría escuchar igual.

Resoplé y me senté en la cama, frotándome la cara. No había nada que me gustase o me quedara bien para la estúpida fiesta, y a medida que se hacía de noche más ganas tenía de quedarme en casa sin hacer nada. 

¿Nunca habéis sentido una enorme impotencia y habéis querido no salir simplemente porque no os veis bien con absolutamente nada? Era mi situación en esos momentos.

El sonido de una notificación me hizo mirar el móvil de repente. Era un mensaje de Owen. Últimamente, apenas hablábamos, así que le respondí al instante. Le envidiaba ahora mismo. Él ya se estaría pegando un verano de la leche, y yo estaba en el estúpido pueblo con el estúpido de mi ex y ahora ''hermanastro''.

Menuda combinación. Porque bueno, si hubiéramos sido hermanastros desde el principio, igual me daba para montarme una historia de las que salen en los libros. Pero no.

Era la asquerosa vida real.

-¡Ashley, nos vamos! ¿Estás lista?- mi madre chilló desde el salón.

Solté el móvil de golpe del susto. Seguía completamente en pijama, pero al menos estaba peinada y maquillada.

-¡Me quedan unos minutos! ¡Iros yendo!- exclamé a toda prisa.

Al final, acabé cogiendo una mini falda verde y un top blanco, acompañado de un par de collares que robé del joyero de mamá. Me cogí unos botines, y  llené el bolso con lo necesario.

Ya fuera, vi de lejos a Kate y a Mark, y me iba a acercar a ellos, cuando vi exactamente donde estaban. Charlaban animadamente abrazados en el porche de Austin, a pocos metros del mío. Segundos después, Austin salió.

Me cagué en todo lo que se menea. 

Mi expresión se petrificó, pero luego tuve que respirar hondo. 

 Hablaron un rato y se encaminaron hacia la fiesta, pero Kate se quedó atrás, y tuve que hacer como si saliera de mi casa de nuevo cuando la vi acercarse hacia mí. 

INDELEBLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora