Martes

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Era la primera vez en la semana en la que salía de mi casa, solo me levantaba de mi cama para ir de la cama al baño y lo menos que quería era ver al doctor Kim, pero era martes. Me haría firmar más papeles para nuevas pastillas.

Aquí estaba, sentada en el consultorio del doctor Kim, con demasiadas ganas de estornudar.

– Park Sunghee – siento su voz desde el otro lado de la puerta, era mi turno y no quería levantarme del cómodo sillón. A regañadientes me levantó e ingresó a mi dulce infierno, él levanta apenas la mirada y me observa, quisiera poder sonreír tan fácilmente como lo hace pero no existen razones ni tengo el ánimo de hacerlo.

Sus preguntas fueron variadas, necesitaba largarme de allí cuanto antes.

– Sé que no te gustan los medicamentos, pero en este momento lo único que puedo hacer es pedirte que comiences a tomar de nuevo las pastillas para el insomnio, la última vez funcionaron.

– Está bien.

Se supone que quiero mejorar.

Todas estas noches han sido un infierno, mi cuerpo no se ha acostumbrado a las malditas pastillas de la anterior consulta y mis ojeras aumentan al mismo tiempo que mis ganas de morir. Necesito mejorar.

No tengo lugar para guardar mis medicamentos y mi cuerpo los está dejando de soportar, nada quiere que mejore. No quiero seguir con vida pero aunque me impida seguir viviendo soy tan cobarde que nunca podría hacerlo a pesar de intentarlo. Quiero estar en algún lugar lejano donde no tenga que dar explicaciones por nada, donde pueda estar libre de dolor y ese lugar no existe, como también sé que mi felicidad no llegará tan rápido a mi vida, la tristeza reinará en mi por bastante tiempo.

¿Por qué no podíamos seguir siendo niños? Cuando nada nos preocupaba más que no salirnos de las líneas al pintar, al saltar la cuerda no caernos y a pesar de llorar al instante volvíamos a sonreír.

Quiero volver a ser feliz como en algún momento lo fuí.

– ¿Puedes quedarte un rato más? Necesitas realizarte nuevos estudios de sangre y quiero estar presente, puedes esperar en el lobby mientras atiendo a mis últimos pacientes. Gracias – el doctor Kim se despidió de mí, y estuve tan perdida en el laberinto de mi mente que no dimensioné en el lugar que estaba. Me levantó y salgo de la habitación, vuelvo al cómodo sillón del cuál no quería salir antes de tener mi consulta, era tan relajante que en cualquier momento caería dormida, y cuando estuve a punto de hacerlo sentí un peso a mi lado.

Giré mi cabeza y a mi costado ví a un chico joven, de cabellera negra, tenía una chaqueta de cuero, remera blanca y pantalones negros holgados, era bastante intimidante, demasiado alto y sus musculos se marcaban en su remera, sentí su mirada en mi y aparte la mirada nerviosa.

Estaba inmovil, nuestros brazos se rozaban y no sabía hacía donde correr, quería alejarme de él.

– Emm... Hola – ¿Me estaba hablando a mí? Su voz ronca me dejó en el mismo cielo – ¿Sabes si el doctor Kim ya comenzó a atender?

– S-sí, comenzó hace un rato – susurré tan bajo que tenía miedo que no me hubiera escuchado. Solo se escuchaban nuestras respiraciones, ninguno de los dos hablaba.

– ¿Sabes? Está es mi primera consulta con él, nunca he visitado a un terapeuta – rompe el hielo.

– Las primeras consultas son muy incómodas, sólo trata de no mentir, él se da cuenta cuando lo haces – digo siendo sincera.

– Trataré de no hacerlo.

– Jeon Jungkook – habla el doctor Kim luego de abrir la puerta de su consultorio. Que bonito nombre.





Publicada: 2021

Corrección: 20/09/24

Medicine | jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora