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Hospital

Pasaron varios días desde mi pequeña conversación con aquel chico, no lograba sacar su nombre de mi mente. Intentó controlar mi insomnio pero sigo despertando a la mitad de la noche por mis pesadillas, es tan difícil no escuchar las voces en mi cabeza y mantener una sonrisa en mi rostro cuando estaba perdida en un mundo del cuál quería salir.

Había salido de mi consulta con mi terapeuta y estaba por retirar mis nuevos medicamentos, me encontraba demasiado cansada para hablar, solo le daría la receta a la enfermera, sentía que mi boca tenía anestesia al no poder moverla y mis ojos trataban de cerrarse cada vez que pestañeaba, mi cuerpo necesitaba un descanso de todo, alejarme de los medicamentos por un momento.

Logré tener mis medicamentos tan preciados en mis manos, pero mis ojos se cerraban cada vez más y mis piernas temblaban.

De un momento a otro ví todo negro.

[...]

Abrí mis ojos lentamente, la luz me cegó por un momento y mis oídos intentaban adaptarse al ruido, el olor a alcohol era muy fuerte. Estaba en un hospital.

¿Qué me pasó? ¿Cómo llegué aquí?

La puerta del dormitorio se abrió y me permitió ver la entrada de un hombre mayor con bata, y a... ¿Jungkook? ¿Qué hacía él aquí?

– Señorita Park, soy el doctor Jung, tuviste una sobredosis pero logramos estabilizar, este muchacho de aquí estaba muy preocupado por tí, se nota el cariño que tiene hacía tí – dice y golpea el hombro del pelinegro a su lado. ¿Realmente piensa que tenemos una relación?

– Eh... Doctor, no es lo que usted piensa – dijo Jungkook rascándose la nuca.

– Oh... Mil disculpas.

Yo sólo observaba sin emitir una sola palabra.

– Dentro de unas horas te daremos vía libre, estaremos controlando que todo este bien y podrás volver a tu hogar.

– Está bien, muchas gracias – hable con mi voz ronca. El doctor Jung me sonrió y me dejó sola con aquel chico que apenas conocía su nombre.

– Tú madre estuvo aquí – Jungkook rompió el hielo.

– ¿Qué haces tú aquí? – pregunté con la poca voz que me quedaba.

– Fuí yo quién te trajo, si no fuera por mi ahora estarías con un yeso en la cabeza.

– Gracias, pero no tenías porqué hacerlo – agradecí.

– ¿Acaso ya no se puede ser amable? Estaba muy preocupado por tí – me sonríe.

– Sí, gracias, pero no nos conocemos de nada, no tendrías que estar aquí.

– Me caes bien, sólo trate de ayudarte.

– Eres un acostado – lo miré de mala manera, él solo río.

– No digas tonterías.

– ¿Te quedarás aquí hasta que me den el alta? – preguntó con curiosidad.

– Si, tu madre me dijo que te llevará hasta tu apartamento – no puedo creerlo, ¿Por qué hizo eso?

– ¿Te dió mi dirección?

– Lo hizo – esa mujer estaba completamente loca, le confiaba mi dirección y cuidado a un desconocido.

Publicada: 2021

Corrección: 20/09/24