Capitulo 5

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Se había tomado una semana para regresar, al parecer su "simple" enfermedad terminó convirtiéndose en algo más grave, algo que la tumbó en la cama por días y qué hizo que su vecina, Mercedez, tuviera que cuidarla, aunque Camila no quisiera, la anciana mujer prácticamente la jaló de las orejas hasta la cama cuando la vio levantarse y caminar por las calles como muerto viviente, y ya palabras de ella "era una total irresponsable, niña pendeja que se creía inmortal". Una cosa que descubrió la morena en el convivio con su vecina era que esa mujer era igual o más grosera que un trailero, y ella en juego le decía que de vez en cuando debía lavarse la boca con jabón y agua, de ahí terminaba más insultada y maldecida que una relación pública de internet. 

»Ya deja estar huevona, pendeja, traga estás naranjas, no están mohosas, están quemadas, pinche ciega, también te mandé un jugo frutal, eso te ayudará para esos mocotes que te cuelgan, ahora has dinero que te pediré para los cigarros, que te rompas una pata, olvídalo, no, tendré que volverte a cuidar, pendeja, obecede a tus jefes y deja de ser tan puta«.

Camila soltó un suspiro mientras las puertas del elevador se cerraban con ella dentro, aquella era una pequeña notita que su vecina le había dejado, le sorprendia que únicamente estuvieran pocas groserías, usualmente eran 4 groserias cada 5 palabras. Con curiosidad miró la bolsita de papel, la cual estaba levemente pesada, ahora entendía porque el contenido olía extraño. Volvió a bajar la bolsa y espero pacientemente que las puertas metálicas abrieran en su piso, no sabía si era fortuna o desafortuna que la oficina de su nueva jefa estuviera en el mismo piso que el de su jefe, con delicadeza guardo la nota de la señora Mercedez dentro de la bolsita de papel, esa vez no traía su maletín, puesto que le había llevado un correo de la presidenta diciéndole que ya no era necesario.

Pasaron varios momentos en lo que llegaba, veía las paredes, volvía a leer la notita y al final revisó su rostro con el reflejo de su teléfono, se veía bien para haber estado luchando contra una temperatura de 39° y un catarro que la llevo a la cama. Dejo inmediatamente su teléfono cuando las puertas se abrieron, y soltó un quejido interno al ver a las tremendo show frente a ella, ¿es que acaso no podía permanecer feliz?, con fastidio se aclaró la garganta para llamar la atención de la parejita apasionada frente a ella, si pudiera únicamente rodearía a la pareja pero estos estaban justamente frente a ella sin darle la posibilidad de salir.

—Uhm, ujum—Volvió a aclararse la garganta al no haber sido escuchada.

La pareja frente a ella se separó lentamente, y Camila pudo jurar haber visto un hilo de saliva. Con una cara de asco miró a su anterior jefe y a su esposa, ¿no conocían la privacidad acaso?, su antes enamoramiento a la mujer de pelirrojo se había convertido en repulsión de cierta manera, no le causó dolor ver esa esa, le causó disgusto y asco, parecía que se estaban tragando, como decía la señora Mercedez cuando veía una parejita de adolescentes cachondos. Su jefe parecía jadeante y rojo cuando se separó, diría que es un hombre tallado por los dioses pero mentiría, era... Lindo de extraña manera, pero daba asco. La mujer de pelo rojo se separó igual o peor que su jefe, tenía el rostro casi tan rojo como su cabello y la respiración jadeante, ¡Oh, cuánto quería seguir de huevona tirada en su cama!, se quejó internamente mientras apretaba el puño arrugando su bolsita de papel.

—Cabello—Toda excitación en el rostro del hombre desapareció totalmente al verla.

La pelirroja al escuchar a su esposo gruñir el apellido de cierta empleada, volteó inmediatamente hacia el elevador, y al ver a cierta castaña, sonrió con picardía, cosa que hizo temblar a la morena, jamás sabía lo que esa mujer haría cuando sonreía de esa manera.

—Uhm..., ¿Podrían dejarme pasar?—Movió levemente su mano con la que sostenía el teléfono de un lado a otro, esto era demasiado incomodo para ella.

Milagro De LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora