Capítulo 2

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Camila lloraba sin hacer ningún ruido, su cuerpo temblaba ligeramente por los sollozos, sin embargo, jamás dejo de ver a la luna, en eso vino la canción que su mamá dejó antes de morir. Su madre sabía que iba a morir y por eso había agarrado su teléfono y había buscado por la red una canción. La guardo en notas y le había escrito bonito mensaje.

"Para mi bebé, lamento no haber estado más contigo, Kaki, pero te amo con todo mi corazón, voy a estar en tu cabeza, en tu corazón, en tus recuerdos, simplemente levanta la cabeza y mira el cielo, no importa si es de día o de noche, yo voy a estar ahí cuidándote"


Triste luna
Tu que la ves
Hazle saber

Mi gran cariño y mi penar
Tu que la ves, hazle saber
Que estoy muriendo sin querer

Le puedes tu decir
Y es la verdad
Que la quiero
Triste luna

Tu que la ves
Hazle saber
Que la espero volver
Lleno de ansiedad

Que en las noches no puedo mas
Que me canso de llorar
Que la quiero
Triste luna

Mmmhh mmmmmhh mmmmhhhmm

Que en las noches no puedo mas
Que me canso de llorar
Que la quiero
Triste luna

Tu que la ves
Hazle saber
Que la espero volver
Lleno de ansiedad

Que en las noches no puedo mas
Que me canso de llorar
Que la quiero
Triste luna
Triste luna, triste luna.

Segundos después de recordar la notita, decidió sacar su teléfono y poner esa preciosa canción, siempre cargaba su teléfono porque sentía que ese teléfono tenía la marca de su mamá, y lo adoraba a pesar de ser viejo y ligeramente roto no lo cambiaba por nada. El brillo de la luna pareció oscurerse, parecía la triste luna acompañando a la triste y melancólica alma de aquella pequeña humana quien le contaba sus despechos y sus lamentos, lloraba sus penas junto a ella.

-Hay veces en las que me siento sola-Habló cuando la preciosa canción acabó, con su mano libre delicadamente limpio sus lágrimas- Siento que la soledad me aplasta poco a poco, me asfixia-Admitió después de aclararse la garganta, en la cual nudo estorbaba-Yo... Solo quiero tener a alguien-Murmuró haciendo una mueca antensu declaración.

En ese momento, como si de magia se tratase, la luna apareció iluminarse, un ligero destello de luz blanca la hizo sonreír, por alguna razón se sintió aconijada en un manto de brazos, que a pesar de ser escalofriante, la hizo sentir querida.

***

Caminar de su apartamento al trabajo, subir un elevador sujetando con firmeza su maletín, entrar a los diferentes departamentos de trabajadores, sentarse en su sección, sacar sus miles de papeles, leer, revisar errores, volver a leer y sellar, soportar a sus vecinos de trabajo con chismes, al medio día levantarse de esa incómoda silla, tomar un café, comer una dona, regresar a hacer exactamente lo mismo hasta las ocho de la noche, regresar a su apartamento en autobús, cambiarse, comer y acostarse.

Ese era su día a día, todo era exactamente lo mismo, a veces se desviaba pero en resumen, esa era su vida desde hacía semanas que decidió dejar de ultizar sus vacaciones.

-¡Camila!-Se tensó ante la mención de su nombre-¡Camila, querida!

Apretó los ojos por unos segundos mientras inhalaba aire, exhaló el aire momentos después, y únicamente levantó la vista para encontrarse a una pelirroja jadeante recargarse en su escritorio. Ella quería desaparecer de ahí en ese momento, ¿Qué hacía ella ahí?, ¿por qué no buscaba otro trabajo?, ¿por qué no buscaba un trabajo diferente al que trabajaba su ex?, con un suspiro cansado vio de reojo la mano de la chica e hizo una mueca disimulada al ver el anillo de compromiso.

Milagro De LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora