Capitulo 7

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La morena había invitado a la ojiverde a quedarse a dormir en su apartamento, únicamente por la tormenta que las alcanzó, además de que era el apartamento más cerca. Para la desgracia de la menor, varios de sus vecinos la vieron llegar con ella, y meterse en su casa, y como todos los apartamentos eran iguales, todos inmediatamente intuyeron que dormirían en la misma cama, ya que no había más habitaciones que la principal, la sala era un pequeño espacio donde los sillones eran individuales, y nadie cabía ahí para dormir. Lo único grande en sí, era la cama, que era matrimonial, aunque muchos la usaban como individual porque la mayoría de ahí eran salvajes para dormir.

Cómo Camila, un perfecto ejemplo.

La señora Mercedez había contado a los demás vecinos chismosos el como la morena dormía, y las veces que ella cayó al suelo cuando la cuido, las patadas y golpes que recibió. Por eso, el día lunes que fueron al trabajo, ya que la ojiverde se había quedado todo el fin de semana por tema de la tormenta, y la falta de algún carro, muchos de sus vecinos casualmente se habían levantado y apurado a hacer sus quehaceres exteriores mientras ellas caminaban a la estación de autobuses, los comentarios que recibieron la hicieron avergonzarse como nunca, y aún más con la presidenta, que escuchaba y reía divertida únicamente empeorando la vergüenza en la castaña.

—¿Nos vemos en el almuerzo?—Preguntó la ojiverde volteandola a ver cuándo salieron del elevador.

—No se porque pregunta si siempre llega y se sienta en la mesa—Rodó los ojos mientras negaba.

—Oh vamos, hoy quiero una invitación formal de usted—Sonrió alegremente volviendo a hacer suspirar a la castaña.

¿Lauren jamás dejaba de sonreír?, pero su pregunta inmediatamente fue respondida cuando recordó que, en efecto, la mujer de ojos verdes tenía momentos en los que estaba completamente sería e intimidante, molesta o triste, como la vez que le contó que se habían acabado las donas, la presidenta se hundió en una tristeza que en un momento la morena pensó que estaba fingiendo pero duro todo el día así hasta que Camila le entrego su dona, la última que le quedaba, aún recordaba el precioso brillo que emanaron sus ojos cuando se la dio.

Y se sonrojó al recordar el tremendo beso que le estampó en la mejilla quedando el labial morado marcado en su mejilla.

—Bien—Suspiró pesado fingiendo lo difícil que era estar en esa situación, la ojiverde la vio con burla mientras caminaban ignorando las miradas de los demás—¿Quiere comer conmigo y las chic...?

—Claro que si—Interrumpió contenta mirándola con picardía.

La morena le lanzó una mirada fulminante por no haberla dejado terminar, ambas sabían cuánto le fastidiaba a Camila que le interrumpieran, y a Lauren le encantaba fastidiar a la menor. La ojiverde cumplió su primera tarea del día, acompañar a la castaña hasta su oficina, con calma saco las llaves y abrió con tranquilidad.

—Entonces... ¿Nos vemos en el almuerzo?—Cuestionó haciéndose a un lado para dejar pasar a la morena.

—Sí—Asintió volteandose una vez entro a la oficina—Que le vaya bien en su reunión—Le sonrió con animación, era la primera reunión en la que Camila no asistiría, pero no estaba en lo absoluto preocupada, sabía perfectamente que su jefa lo sabría manejar.

—Gracias, pero ya sabe—Sonrió agitando levemente la cabeza—Soy la mejor, todo irá como lo planeado—Miro con despreocupación sus uñas antes de volver a ver a la castaña, quien la mirada con burla—¿Qué se ríe?, ¿piensa que no lo haré bien?—Su rostro se convirtió en una mueca indignada que hizo reír a la castaña, haciendo que ella no pudiera evitar sonreír al verla tan feliz.

Milagro De LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora