Capítulo 8

1.8K 188 14
                                    

Ya llevaban un par de semanas en los que la presidenta se comportaba extraño con Camila, desde el punto de vista de la morena. Ambas seguían cercanas, sin embargo, había un muro invisible entre ellas dos, un muro invisible que la misma presidenta había construido entre ellas, actuaban casi igual, pero su actitud no era la misma, había algo dentro de ella que había cambiado y Camila lo había notado, esos comentarios coquetos habían disminuido a grande medida, la insinuación de la ojiverde igual, no la había vuelto a tocar, esos toques de brazos, de manos, el beso en la mejilla, o el que la ojiverde tomara delicadamente un mechón de la morena y lo escondiera detrás de su oreja, ya no había momentos como esos desde hace días, y no sería extraño si no fuera porque parecía que la mujer se contenía, desde hace semanas Lauren Jauregui había respetado su espacio personal, y fue sorpresa para Camila cuando empezó a cerrar la puerta de cristal que las dividía.

—Bien, Lauren, debemos hablar—Gruñó la castaña cerrando la puerta de cristal detrás de ella.

La ojiverde levantó la vista con nerviosismo hacia la castaña, ¿ahora que había hecho?, no estaba segura, ¿había vuelto a faltarle el respeto y no se había dado cuenta?, el rostro de Camila era serio y con molestia, estaba enojada con ella, pero ahora no sabía exactamente porque, debía estar contenta, alegre, ya no actuaba como una pretendiente, ahora era su amiga, ¿acaso faltaba molestarla como lo hacía la señorita Dinah para que la morena estuviera contenta con ella?

—Uhm, ¿de qué?—Preguntó soltando un suspiro, sin dejar de sujetar su pluma negra con tapa de pluma azul.

—De esto—Se señaló a ella misma para después señalar a la ojiverde mediante más se iba acercando.

—¿Eh?—Levantó la comisura de su labio confundida—No comprendo—Frunció el ceño haciendo una mueca.

—¡Nuestra distancia!—Exclamó como si fuera obvio posandose frente al escritorio de la ojiverde, quien había escondido sus manos debajo del escritorio.

—¿Qué tiene nuestra distancia?, la acabas... De romper tú—Su voz fue disminuyendo apretándose cada vez más contra su silla intimidada por la furiosa mirada de la castaña.

¡¿Que había hecho?!, ¡no comprendía absolutamente nada!, ¿en qué momento había hecho molestarla tanto?, pensó con seriedad todo lo que había hecho ese día, pero nada malo se le ocurrió, miró de reojo a su reloj, eran las nueve y cinco de la noche, ¡Tal vez era eso!, ¡Había olvidado decirle a la morena que su horario ya había acabado desde hace una hora!, pero no comprendía porque estaba tan enojada por eso.

—Lauren—Volteó inmediatamente hacia la castaña, por el tono que había hecho era que estaba agotada.

—Podemos hablar mañana, debes ir a descansar...—Presionó sus labios colocando sus manos sobre el escritorio moviéndose levemente hacia delante por el nervio—Okay—Murmuró mordiendo su labio inferior con fuerza cubriendolo con sus labios superiores para que no mostrara sus dientes, la mirada de la castaña era molesta y seria, prácticamente le pedía que de callara.

—¿Qué... Te sucede?—Interrogó soltando un suspiro recargando sus manos en el escritorio de la ojiverde.

—¿Qué?—Dejo de morder su labio para entre abrir la boca y fruncir el ceño confundida, ¡debía ser ella quien preguntará eso!—¿Qué me sucede de que?

—Ultimamente estás muy... Rara—Bufó pasando una de sus manos, la cual no estaba recargada, por su rostro con frustración.

¿Rara?, ¿A qué se refería?, ¿era una ofensa?, Lauren parpadeaba rápido y de reojo miro su libro tratando de recordar a qué se refería con eso, ¿a qué... Se refería una persona... Cuando le decía raro a otra?, con nerviosismo rasco su cabeza desordenado un poco su melena antes de mirar confusa a la castaña, pidiéndole una explicación.

Milagro De LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora