Capitulo 10

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Sentadas frente a la otra, se admiraban y se snalizaban, Camila la veía profundamente tratando de encontrar algún signo en su piel o cuerpo que le dijera que no era humana, pero sinceramente todo lo que veía era inhumano, era mujer era una diosa, ¿Cómo podía una mujer como ella caminar como nada entre simple mortales?, aún así trato de buscar algo, no sabía que, tal vez escamas, branqueas, cortes, desfiguraciones, pero no encontró absolutamente nada.

—No vas a encontrar nada extraño en mi piel, Camz—Negó alzando las cejas mirándola con los labios levemente apretada.

Camila se sonrojó violentamente al haber sido descubierta en su búsqueda de algo extraño.

—Debia intentar—Se encogió levemente de hombros avergonzada.

—Claro—Una sonrisa nació de sus labios viendo como la morena seguía buscando algo de manera discreta, rodó los ojos divertida ante la actitud de la morena.

Con calma se levantó a la cocina cuando escucho el pitido de la cosa eléctrica que calentaba comida, microondas, se recordó cuando se paró frente a él, con cuidado abrió la puerta y saco con delicadeza la taza de infusión natural de menta. La como de la oreja y cerró la puerta del microondas antes de acercarse lentamente y con cuidado a la castaña, tenía pavor que el agua caliente cayera, había una vez experimentado eso con una taza de café, y sintió un escalofrío recorrerla al recordar cómo está cayó a sus piernas, quemándoselas.

—¿Por qué miras así a la taza?—Cuestionó con burla viendo como miraba temerosa a la taza, con solo una mirada de temor de la ojiverde, recordó la razón—Oh—Emitió antes de soltar una carcajada haciendo sonrojar a la presidenta.

—Anda, toma—Se lo extendió lentamente para no dejar caer nada y quemarse, o quemarla.

—Gr-gracias, Lauren—Soltó un bufido por la risa antes de tomar la infusión, haciendo que la mayor temiera más viendo como la castaña se sacudía en risas aún con la taza en mano.

—No te rías, se puede caer y te quemarás—Señaló con nerviosismo a qué está se quemará y se lastimara aún más de lo que ya estaba.

La otra mano de Camila se sacudió en ademan de que se relajara, aún con una espléndida sonrisa en sus labios, se acomodo bien en el sofá, subiendo sus pies a este, haciendo una pequeña mueca de dolor al hacerlo, cosa que no paso desapercibida por Lauren, quien se mordió la mano con culpabilidad.

—Bien, así está bien—Suspiró con más calma levantando la vista hacia la presidenta, quien la veía culpable—¿Que sucede?—Ladeó la cabeza confundida acercando lentamente la bebida a su boca, la pego a sus labios y si soplo varias veces para tratar de enfriarlo a la temperatura perfecta.

—¿Te duele mucho?—Lucía preocupada mirándola aún con culpabilidad, por unos momentos la castaña no entendió y tomó un poco de la bebida, hasta que finalmente captó la pregunta cuando la ojiverde veía fijamente de su cadera hacia abajo.

Pasó la bebida rápido, quemándose levemente pero nada fuera de lo normal, le gustaba esa sensación caliente en su garganta.

—Uhm... ¿Lo normal?—Claramente mentía, además de que jamás había terminado así con sus demás compañías carnales, a parte de que Lauren no conocía el término lo normal.

¿Qué podía ser lo normal para Camila?, ¿no dolía mucho?, ¿dolía demasiado?,¿débil?, ¿insoportable? ¿apenas un piquete?, ¿o como algo enterrado en la piel?, no lo sabía. Frunció el ceño tratándole de mostrar a qué no sabía a lo que se refería, además del hecho que había tenido que cargarla al baño para darle una ducha, a lo que también ayudo ella puesto que la morena no podía sostenerse por si sola, o si podía pero se tambaleaba más que un borracho en la esquina, ayudo a secarla, a cambiarla y a moverla hasta uno de los pequeños sofas, por ella la hubiera vuelto a acostar en esa suave cama pero Camila replicó, decía que si se acostaban no hablarían nada. 

Milagro De LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora