II.

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Aun no quería decirle a Rapunzel que estaba comprometida con Varian, no quería que ella se negara al tratamiento. Intento poner la mejor cara posible antes de entrar a la habitación cuando lo escuchó.

- Hola, Cassie. – La voz de Varian la detuvo. – Te ves muy linda esta mañana. ¿Cómo dormiste? ¿Soñaste conmigo?

Cassandra se dio vuelta rápidamente y vio a Varian a solo unos escasos metros de ella con su mapache en los hombros, escoltado por unos guardias que identifico como Steve y Hans.

- Hola, Varian. – Lo saludo mostrándose lo más serena posible y lo escaneo unos segundos con la mirada aprovechando la cercanía, ya era más alto que ella, pero muy delgado. Lleva una cola de caballo larga y unos pequeños cortes en su mejilla y mandíbula. Se veía tan igual y al mismo tiempo tan distinto al chico que hacia tantos años habían enviado a la cárcel. - ¿Tuviste problemas con afeitarte? – Pregunto intentado desviar el tema.

- No, me gusta así. Me veo bien, ¿No crees? – Respondió con una sonrisa petulante, pero Cassandra noto el sonrojo momentáneo, tal parece que si había tenido problemas.

- ¿A qué vienes? – Ignoró su pregunta.

- A darle su primera dosis a la princesa. – Respondió mientras le enseñaba un pequeño frasco con un líquido de un celeste muy claro, casi transparente y algo brillante. – Y una pomada para sus articulaciones, he escuchado que le ha causado molestias en las últimas semanas.

- Tan rápido... -Dijo en casi un susurro. – Solo ayer...

- ¿Qué puedo decir? Tengo una motivación muy grande. – Respondió conteniendo una risa, para después inclinarse sobre ella. - No sabes lo ansioso que estoy de que seas mía Cassandra, solo mía. – Admitió en un susurro acercándose peligrosamente a su oído. Pudo notar como los vellos de la nuca se erizaron para su deleite. - ¿Qué esperas? Deberíamos entrar de una vez. Entre más rápido le demos la medicina más pronto mejorara y es lo que ambos queremos ¿Verdad?

Cassandra dio un paso hacia atrás, quería estar lo más lejos de él. Podía parecerse al chico que conoció hace años, pero ya no lo era, no quedaba rastro de aquel chico de sonrisa sincera y gestos torpes.

- No le digas nada a Rapunzel del compromiso. – Ordeno, necesitaba sentir que ella mandaba. – No quiero que se niegue a tomarlo.

- Sus deseos son mis órdenes, mi Lady. – Asintió y le guiño un ojo. – ¿Los chicos pueden esperar afuera? Creo que usted la princesa esta más que segura.

- Esta bien. – Acepto abriendo la puerta de una vez.

- Oh, Cass. Te demoraste, tu desayuno casi se... ¿Varian? – La princesa estaba sorprendida su padre le había hablado ayer de que el alquimista estaba trabajando para encontrar una cura, pero no esperara que quisiera volver a verla.

- Su majestad. – La saludo con una pequeña reverencia. – Veo que no solo a mí me han tratado mal esas malditas rocas. – Dijo al ver a la princesa recostado en la cama, estaba pálida con grandes ojeras y su bello cabello dorado ahora mas parecía una paja pálida y quebradiza.

Cassandra le dio una mirada de cuidado, sin embargo, aquel comentario hizo que Rapunzel soltara una pequeña risa.

- ¿Vienes a ver mi estado? Mi padre me dijo que estas trabajando para nosotros.

- Vengo a darle la primera dosis de un elixir de Vitae. – Dijo mientras se acercaba a ella y le entregaba el frasco. – Le sugiero tomarlo antes de la comida, lamentablemente el sabor no es el mejor.

Rapunzel asintió y tomo el frasco entre sus manos, lo destapo con cuidado y antes de llevárselo a la boca miro a Cassandra, la guardia asintió en silencio y dejo que el líquido entrara a su sistema. Varian no mentía el sabor era una mezcla de césped, fruta podrida y algo amargo. No pudo evitar toser, e incluso tuvo una arcada, pero estaba decidida a que el líquido se mantuviera dentro de ella. Necesitaba tiempo.

El elixirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora