IX.

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- ¡Varian! – Lo saludo alegremente Kathrin sentada en el mismo lugar que el día anterior.

- Oh, hola. – Saludo fingiendo que la chica no le desagradaba he intentado disimular su cansancio. Desde hacía un par de días que sus pesadillas habían vuelto, no las tenía desde hace tiempo, desde que se casó con Cassandra si mal no recordaba. Aunque lo achaco al estrés de aquella "misión" que le había impuesto su esposa.

- Perdón por ser muy directa, pero ¿ha pensado en darme algo de aquella milagrosa medicina? – Pregunto ansiosa.

- Así es. – Asintió mientras tomaba asiento. – Sin embargo, lamentablemente no lo podrá hacer. – La cara de la chica palideció. – Como ya dije su composición es en extremo delicado, además que es un trabajo largo, sin embargo, prometo trabajar en una medicina menos compleja y de vida más larga para su madre.

- Oh, me hubiera encantado tener aquella medicina, pero confió plenamente en usted, Varian. – Acepto cabizbaja. – Iré a su laboratorio si le parece bien durante las tardes para ver si puedo ser útil en algo. Me imagino que usted tiene muchas otras cosas que hacer y me gustaría retribuir su amabilidad de algún modo.

- Mi laboratorio es mi santuario, prefiero a los invitados al mínimo. Y con mínimo me refiero a cero – Respondió intentando ser lo más amable posible, ni loco la llevaría allí donde pudiera alterar algo. – Pero prometo tenerla al tanto de todo. Si me disculpa debo irme.

- Espere. – Lo detuvo. – Sé que ya lo he molestado mucho, pero necesito comprar algunas cosas en la ciudad y lamentablemente no conozco nada, ¿Me podría acompañar? – Varian estaba a punto de negar cuando lo interrumpió. – Sera poco tiempo, es solo que no me gusta caminar sola por la ciudad sin un hombre que me cuide.

- Claro. Sera un placer. – Acepto y segundos después sintió como ella lo tomaba del brazo y se apretaba contra él.

Aquella mujer era tan distinta a su esposa que de verdad le era desagradable. Solo quería atraparla de una vez.

No sabía que era más incómodo, si las miradas de desaprobación de la gente que lo veía caminar junto con una mujer desconocida cuando ya era de dominio público su matrimonio con Cassandra, o lo chillona y molesta que era aquella chica cuando veía algo que le gustaba.

- ¿Cuál cree que es mejor? – Le pregunto Kathrin mientras se ponía un vistoso sombrero color crema y después uno de un violeta muy tenue.

- El violeta. – Respondió sin prestarle mucha atención.

- Tiene buen gusto. – Comentó con una risa chillona mientras seguía viendo los objetos de la tienda.

- Hola, Varia. – lo saludo una voz conocida a sus espaldas.

Se dio vuelta rápidamente, allí estaba Rapunzel, junto a Stan, Pedro y Cassandra.

- ¿Qué haces aquí? – Pregunto interesada la princesa. – Esta tienda solo es para mujeres.

- ¿Y qué opina de estos vestidos? – Volvió Kathrin con 2 vestidos entre sus manos. – Oh, princesa Rapunzel. Que alegría volver a verla. – Dijo con una cálida sonrisa mientras se acercaba a ella y la tomaba de las manos. - ¿También de compras para la fiesta de su padre?

- Si, quería comprar un vestido nuevo. – Respondió desconcertada la rubia. – ¿Vienes con Varian?

- Si. – Asintió colocándose al lado del alquimista mientras lo tomaba del brazo. – Fue muy amable en venir a acompañarme. Además de que tiene buen gusto. En Celle no existen hombres tan diligentes como él.

- Muchas gracias, Kathrin. – Respondió Varian controlándose para no mostrar su mal humor. - ¿Pero sabes quien tiene mejor gusto que yo? Rapunzel. – Respondió rápidamente mientras se soltaba de ella. – Así que, porque no van juntas a revisar vestidos, seguro encontraran algo lindo. – La chica hizo una suerte de puchero. – Yo me quedare aquí esperando.

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