V.

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- ¿Puedes dejar un poco de elixir listo para pasado mañana? – Pregunto Cassandra terminando de afeitarlo.

- ¿Para qué? – Pregunto mientras se ponía de pie para admirar el trabajo de su esposa en el espejo. De verdad era muy buena en aquella labor, además era la única forma que tenía para que ella lo tocará.

- Quiero que salgamos.

- ¿Salir? – Sus ojos salieron de su reflejo para mirar a su mujer. - ¿Sabes que no me puedo mover de este castillo sin un guardia?

- Varian, yo soy un guardia. – Respondió como si fuera lo más obvio en el mundo. – Tranquilo ya hablé con mi padre y acepto, solo debemos volver para el atardecer. – La verdad estuvo más de una hora intentando convencer a su padre de que los dejara ir solos, el quería enviar a la mitad de la guardia, al final tuvo que decir a donde quería ir y para que, logrando que el Capitán aceptara de mala gana sabiendo que el alquimista necesitaría privacidad.

Muchas ideas pasaron por la mente de Varian y tomo a Cassandra de la cintura antes de que saliera del baño acercándola a él. Disfrutaba tanto cuando el olor de su mujer llenaba sus sentidos.

- ¿Qué tienes pensado, Cassie? ¿Acaso no quieres que todo el castillo te escuche gemir? – Le susurro lascivamente en el oído, disfrutando como ella se quedaba quieta y sus vellos se erizaban. Aun no lograba que ella lo deseara, pero al menos se divertía perturbándola.

- Buenas noches, Varian. – Se despidió dándole un codazo en le estomago haciendo que la soltara para ir a la cama de una vez.

Varian sonrió de medio lado, estaba intrigado a donde lo quería llevar. Pero un calor en su pecho había nacido, ella quería estar con él.

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Cuando llego a los establos acompañado por su fiel amigo mapache vio a Cassandra ordenando un par de cosas en el bolso que llevaba Fidella, la mayoría parecía ser vegetales, pero también noto el arco y el carcaj con sus flechas. No pido evitar sonreír al verla sin su uniforme, llevaba una blusa blanca con una pechera corta de cuero, pantalón café ajustado y unas botas altas.

- ¿Qué planeas, Cassie? – Pregunto al llegar a su lado. – Me has tenido intrigado.

- Ya lo veras, deberías ser más paciente. – Respondió terminando de ajustar las correas. – Dame un segundo y te preparo tu caballo.

- No... Prefiero cabalgar contigo.

- Es mas cómodo cada uno en su caballo. – Insistió mientras iba por otro.

- Cassandra. – La detuvo tomándola del antebrazo. – No se cabalgar.

Cassandra lo miro a los ojos por unos segundos, buscando algún rastro de mentira, tal vez solo era escusa tonta para molestarla.

- Esta bien, pero afírmate bien. – Asintió mientras se subía a Fidella de un salto y acomodándose lo mejor posible hacia delante dejándole espacio atrás para su esposo.

Varian se subió y se cómodo un poco más cerca de lo necesario, rosando sus piernas con las de ella, para después poner su brazo alrededor de la cintura de Cassandra, le encantaba sentir lo bien que encaja su brazo en aquella parte de la anatomía de su esposa.

Apenas salieron de las puertas del castillo y comenzaron a cabalgar por las calles de la ciudad podían escuchar como todos los aldeanos murmuraban al verlos, era de conocimiento público que ya estaban casados, pero eso solo ayudo a que las historias más disparates se formara en la mente de las personas, desde que la enfermedad de Rapunzel fue creada por el alquimista por la cual es el único que la puede ayudar o que había creado un nuevo compuesto y lo uso para engañar a los monarcas de Corona para darle su libertad.

El elixirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora