Capítulo dos.

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Me recosté en la cama desbloqueando el móvil. Mis padres me decían siempre que estaba viciada a él, pero no, no era así. Me metí en Twiter y lo primero con lo que me atopé fue con cosas del partido de mañana. Hacía una semana del partido anterior y ahora iban a jugar en casa, es decir, aquí en Canadá. Bufé. Estaba hasta las narices de tanto fútbol ya. Como no me llegaba con mi padre... Él era un pesado y en cuanto descubriera que jugaban en casa me lo repetiría hasta el día del partido.

Bajé a la hora de cenar. Bloqueé el móvil y me senté en la mesa.

-¿Cielo? -Hice un sonido respondiendole. -¿Puedes poner la mesa? -Se secó las manos en un paño que colgaba de su bolsillo del delantal. 

Asentí levantandome de la mesa.

-Tú padre tiene una sorpresa para ti. -Una sonrisilla se nos escapó a las dos.

-¿El qué? -Dije impaciente.

-No te lo puedo decir. -Ella se encogió de hombros centrandose de nuevo en la comida.

Bufé y terminé de poner la mesa. Me senté en mi sitio y me dispuse a ver la tv cuando la puerta de la calle se calle y apareció mi padre. Gritó un 'hola' desde la puerta y corrió hasta su habitación. Siempre lo hacía. Llegaba sudando como un puerco y lo primero era la ducha y la salud de los demás.

Mamá puso pan de ajo encima de la mesa. Mi mano fue diparada hacía él, pero mi mamá fue mucho más rápido que yo y golpeó mi mano.

-Espera a que llegue papá. -Me echó una mirada asesina.-No seas maleducada. No se empieza a comer hasta que todos estemos en la mesa.

En 10 minutos empezamos a comer. Mi padre se puso a contar lo que había hecho en el trabajo y seguida de él, fue mamá que contó que se fue a comprar, ordenó la casa y no hizo mucho más. Después, los dos me miraron esperando a que yo dijera que tal me había ido en el instituto. Estaba en el último curso y no tenía ni idea de que iba ha hacer después. ¿Buscarme un trabajo? Negué. No quería trabajar tan pronto. ¿Un ciclo? Creo que me gustaba más la idea de hacer una carrera universitaria, pero para eso tenía que tener iniciativa y yo era muy vaga.

-Me ha ido bien. Nos han dado las notas de los exámenes que hicimos ayer. -Hice una pausa en la que me miraron deseando saber si había aprobado los exámenes. - Un 5'25 en lengua y un 6 en matemáticas. -Si, era una chica de notas decentes.

Después de cenar y de recoger la mesa, me senté al lado de mi padre pegandome a él como una lapa. Él ya sospechaba que ami me pasaba algo, porque solo hacía esto cuando quería algo de él. Y ahora mismo quería esa sorpresa.

-¿Tu madre no ha sido capaz de guardar el secreto? -Comentó burlón. Negué con los labios apretados. Él se rió.- Era de suponer, no tenía que haberle contado nada.

-¿Qué es esa sorpresa que tienes para mi? -Dije alisando su camiseta.

Mi padre se levantó del sofá y se metió la mano en el bolsillo de su pantalón. Del interior de éste salieron unas entradas. MIs ojos se abrieron como platos. ¿Mi padre me llevaría a algún concierto? ¿Katy Perry? ¿Miley Cyrus? ¿Demi Lovato? ¿Rihanna? Salté del sofá mirandole ansiosa.

-Vamos a ir la semana que viene a ver a Toronto FC. ¿Qué te parece? ¿No es emocionante? -Dijo con entusiasmo.

Mi mandíbula calló al suelo. Mis ojos se voltearon, flipando. No me podía creer. Ya decía yo que era demasiado bueno para ser verdad. Me puse recta ya que había dejado caer el peso de mi cuerpo hacía delante y aclaré mi garganta.

-¿Vas a llevarme a ver un partido de fútbol? -Dije intentando calmarme. Él asintió. -¿Rodea de chicos y hombres mayores gritando hacia personas que corren detrás de una pelota? -Dije incrédulamente.

Mi padre se puso serio. Dejó las entradas encima de la mesa y metió sus manos en los bolsillos de su pantalón.

-Eh, no van solo tios. También van tías. -Alzó als cejas hacía mi.

-Pero ami no me gusta el fútbol. Lo veo contigo porque me obligas, no por otra cosa. -Me quejé.

-Pero yo quiero que vengas conmigo. -Se quejó él también.

-¿Tengo que hacerlo? 

-Si, porfavor.

-¡Joder, papá! -Gruñí alzando los brazos.

-Tenía que haber tenido un varón en vez de a una mujer a la que solo le gustan los tíos sin camiseta y se imaginan cosas que no se deberían de imaginar con el perfecto cuerpo de ellos.

Abrí la boca, impresionada por lo que acababa de decir. Y no impresionada para bien sino para mal. Joder, ¿había escuchado bien? Él ya podía estar orgulloso de mi por no ser de esas putillas que van detrás de los tíos solo para acostarse con ellos.

-¿Perdona? -Parpadeé perpleja.

-¿Sabes? Hay chicos de Toronto FC que se quita la camiseta cuando marcan goles. Puedes ir a babear por ellos allí y así de paso me acompañas. -Dijo con molestia.

-Suspiré pesadamente. Esto me estaba superando.

-No quiero ir para babear de los 'perfectos cuerpos' de los tíos.- Hice comillas con los dedos.

-Sé que es lo que quieres, no puedes escusarte. -Me señaló con su dedo índice.

Dicho esto, se fue subiendo las escaleras. Miré a mi madre asombrada. Esto había sido como una pelea de niños pequeños.

-No te enfades con élo. -Mi madre apretó mis hombros. -Sabes que le gusta hacerse la víctima para conseguir lo que quiere. Eres bastante cabezota. -Golpeó suavemente con su dedo índice mi cabeza.

-Ya sé de quien lo saqué. -Murmuré entre dientes.

Mi madre rió levemente. Apartó mi pelo de mi frente y la besó.

-Ve con él al partido. Él solamente quiere que le acompañes y pases tiempo con él.

-Ya, haciendo lo que a él le gusta. ¿No podemos ir los dos juntos a tomar un helado? Por ejemplo. -Me crucé de brazos.- No me gusta nada como se pone la situación en los finales de los partidos. Peleas estúpidas con gente estúpida. 

-Ya, pero él va a estar para cuidarte...- Le interrumpí.

-Eso si no se va a defender a su equipo. -Me burlé. 

Game Over. {Justin Bieber}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora