Capítulo siete.

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Bajé rapidamente las escaleras alarmada. ¿Cómo era posible que nadie me hubiera despertado? Tenía que ir a la autoescuela, era mi primer día y mi mamá me había prometido si no me despertaba. Esto de estar en el comienzo del verano era horrible. Corrí hacía la cocina en su busca. Ni rastro de ella, pero si una nota pegada en la nevera.

'Cariño, he tenido que salir corriendo ha casa de una amiga. Su hija se ha puesto fatal y me ha pedido que le dé de comer a su perro. Tienes el desayuno en el microondas. Espero que me perdones por no estar contigo un día como hoy. Te lo recompensaré. TE QUIERO. Mamá'.

Gruñí, cabreada. Siempre me pasaban las cosas malas. Siempre que necesitaba que mi madre estuviera conmigo, nunca podía ser así. Me vestí lo más rápido posible y agarré una manzana del cesto de la fruta. Salí de casa guardando las llaves en mi bolsillo trasero de mis shorts y salí corriendo hacía la autoescuela.

Salí, malhumorada. Caminé lentamente bajo el sol. Estaba agotada y encima echando humo. Mi profesor de conducir me echó la bronca por llegar tarde. ¿Cómo era eso posible? ¿No se supone qué él estaba solamente para enseñarme y no para regañarme? Para eso estaban mis padres.

Un coche pitó, parandose a mi lado. Miré a través del cristal pero por culpa del sol solo podía ver mi reflejo. La ventanilla se bajó mostrandome a un sonriente Justin en el asiento del conductor.

-¿Mal día? -Preguntó subiendo sus gafas de sol a su cabeza.

-No sabes tú bien. -Sonreí después de susurrarlo.

-¿Quieres qué te lleve a dar una vuelta? -Señaló la carretera con la barbilla.- Te vas a morir caminando debajo del sol.

Me lo pensé. Por una parte, me vendría bien. Me despejaría y cuando regresara a casa estaría muchísimo más relajada. Así que acepté. Abrí la puerta del copiloto y me subí. Antes de que Justin arrancara, me puse el cinturón de seguridad.

-¿Y porqué esa cara tan larga? -Dijo estancionandose en un bar al lado de la playa

Salí del coche a la misma vez que él. El camino hacia la playa había sido de lo más entretenido ya que no parabamos de hacernos bromas y de decir tonterías.

-Llegué tarde a mi primera clase de conducir por culpa de mi madre. Me dijo que me llamaría ya que yo apago el despertador y me vuelvo a dormir. Y resulta que ella se había ido a casa de una de sus amigas y no ha podido avisarme.

-Vaya, pero no te enfades con ella. -Justin llegó a mi lado después de apagar el coche.

-A mi me hubiera dado igual que me llamara a la hora en la que ella se iba, con tal de no llegar tarde a la clase. No sabes lo mal que me sentí cuando llegué y me echaron la regañina.

Los dos caminamos hasta la entrada del bar. Era tipo chiringuito, pero no lo era. Nos sentamos en una mesa en la terracita que había dando a la arena de la playa. No había casi nadie fuera, así que estaríamos mas tranquilos.

-Las mamás son así. -Él se encogió de hombros.- La mía, en uno de mis primeros partidos, cogi´y se puso a gritar por todo el campo emocionada diciendo que yo era su bebé.- Reí.- No sabes la vergüenza que pasé y lo peor de todo es que el entrenador me dijo que no quería a mi madre más por el campo.

Solté una carcajada. Justin me miró por debajo de sus gafas de sol, sonriente. El camarero se acercó a nosotros con una pequeña libretita entre sus manos.

-¿Qué desean tomar? -Sonrió hacía nosotros.

Me fijé en cada detalle. Era un chico más o menos de nuestras edad, ojos azules como el mar y pelo rubio. Su piel estaba bronceada haciendolo más sexy para las vistas de las chicas. Su sonrisa era blanca y amplia.

-Yo quiero una cerveza, ¿tú? -Me miró Justin.

-Un batido de chocolate, porfavor.

El chico asintió y después de apuntar nuestras bebidas, se fue. Miré el perfil de Justin que observaba el mar. Su pelo se removía en su cabeza. Hoy lo tenía hacía abajo y poco más corto. ¡Se había cortado el pelo y yo no me había dado cuenta!

-¿Te has cortado el pelo? -Atraje la mirada del ojimiel que sonrió en cuanto me miró.

-Si, pensaba que no ibas a darte cuenta.

Reí tontamente. Saqué mi móvil del bolsillo de mis shorts y miré si tenía alguna llamada o mensaje de mis padres.

-¿Sabes? -Dijo de repente.

Desvié la mirada de la pantalla de mi aparato y me centré en los ojos mieles de Justin. Cuando Justin iba a abrir la boca, el camarero llegó con las bebidas. Las colocó en la mesa y dijo:

-Que tengan un buen día, chicos.

-Gracias. -Dijimos Justin y yo al unísoro.

Le dimos un sorbo a nuestras bebidas y nos centramos en las vistas que teníamos ante nosotros. Sentí la mirada fija de Justin poco después. Me sonrojé, pero intenté no inmuitarme.

-Eres preciosa, Nereida.

Mi cuerpo se congeló antes aquellas palabras. Le miré fijamente, sonriente. Lamí mis labios y le di otro sorbo al batido, estaba seca.

-Gracias. -Susurré. Él rió ante mi nerviosismo. -¿En serio piensas eso? -Metí un mechón de pelo detrás de mi oreja.

-Si. Yo no miento, eh.

-Pues déjame decirte que tú también eres muy guapo. -Le señalé con mi dedo índice.

-Es un honor saberlo. -Dijo con orgullo.

-Imbécil. -Negué riendo.

-Oh, eso me ha dolido. -Llevó su mano a su pecho, finjiendo dolor.

-¿Algunas vez te has planteado ser actor de comedias? Finjes muy bien.

-Esto es un alago para mi, señorita.

-Eres un payaso.

Reímos. El silencio volvió a reinar entre nosotros.

-Quiero decirte algo, Nereida.

-¿Uhm?

-Después del partido que tengo ésta semana, tengo que irme a Europa.

-Qué bien. ¿Cuál es el problema? -Fruncí el ceño.

-Que no sé cuando vuelvo. -Dijo nervioso.

Fruncí el ceño de nuevo. ¿A qué venía todo esto? Cuando iba a preguntar, el móvil de Justin sonó. Resopló y lo cogió algo molesto. Una vez que cortó, se levantó dejando unos billetes encima de la mesa.

-Tenemos que irnos. -Dijo secamente.

-¿Qué pasó? -Me levanté de la silla.

-Saben que estamos aquí, como no nos demos prisa nos acorralaran.

Tragué saliva. Malditos paparazzis, siempre metiendo las narices donde no les llama.

Game Over. {Justin Bieber}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora