Game Over. {Justin Bieber}

Capítulo diecisiete.

Caminaba de un lado a otro. Ya no sabía si por los nervios que tenía de que al día siguiente empezaba las clases o por el simple hecho de que Justin ahora mismo estaba hablando con su jefe. 

Al día siguiente de lo ocurrido, Justin y Pattie habían ido a denunciar a Jeremy. La noticia había sido expandida por todos los medios de comunicación en tan solo pestañear. Estaba en boca de todos que Pattie y su hijo habían estado en la comisaria durante horas y que horas después vieron a Jeremy entrar allí. Supusieron que tenía algo que ver con el padre de Justin porque los habían visto el día anterior en casa de Justin, entrando y saliendo de ella, no con muy buena cara cuando salía.

El jefe le convocó en una reunión en la que no pudieron hablar mucho. Tan solo le informó al jugador de fútbol que estaría de vacaciones para que pudiera recuperarse y finalizar el tema de la orden de alejamiento. Justin no pudo rechistar mucho, hasta hoy, que empezaron con la reunión a las 8 de la mañana y ya eran las 11 pasadas. 

 -Hija, ¿puedes dejar de desbloquear el teléfono a cada segundo? Me pones nerviosa. -No respondí. -Cielo, sé que estás preocupada, pero Justin ya te prometió que cuando saliera de la reunión te llamaría. 

Le miré. Pude ver como sus ojos y todo el resto de las facciones de su cara, mostraban su preocupación. 

-Tengo miedo por él. -Dije simplemente. 

-Pero todo saldrá bien. Solo se va a tomar unas vacaciones y podrás estar con él.  

Fruncí el ceño. Abrí la boca pero la cerré rápidamente cuando vi la pantalla de mi teléfono parpadear y el nombre de Justin aparecer en ella. Lo agarré y deslicé el dedo por la pantalla aceptando la llamada. 

-¿Mi amor? ¿Cómo te ha ido? -Dije rápidamente. 

-¿Estás ocupada? -Susurró detrás del aparato. Escuché el ruido de la puerta del coche cerrarse.- Así me paso por tu casa y te cuento todo. 

-Claro... Pásate, no estoy haciendo nada. 

-Nos vemos en un rato. 

-Vale, te quiero. 

-Y yo atí. -Colgó.

Mordí mi labio inferior sin saber que pensar. ¿Había sido malo lo qué le habían dicho o no? 

-Buenos días, Nereida. -Me saludó Pattie cuando abrí la puerta. 

Sonreí levemente. Mientras que ella se tiraba encima mía para darme un abrazo, busqué los ojos de Justin. Estos estaban ocultos en unas gafas de sol y su cabeza era protegida por su capucha de la chaqueta. Dejé a Pattie libre y abracé a Justin con todas las fuerzas que tenía en ese momento. El ojimiel aceptó el abrazo con gusto. 

-¿Qué paso? -Dije al separarnos. -¿Algo malo? 

Justin frunció los labios. Los dejé pasar echándome a un lado y cerré la puerta con el pie. Los guié hasta el salón, donde nos sentamos los tres. Mamá se acercó con una bandeja y cuatro tazas de café recién echo: ella ya iba a cotillear. Aunque no me importaba, ella tenía el mismo derecho que yo a saber que había pasado.