Nuestros cuatro protagonistas están a punto de regresar a Londres. Pero antes de su llegada, creo que es importante contarle alguna de las experiencias de su luna de miel. Para así, ponernos en situación de cómo estarán cuando por fin regresen a la ciudad. Aunque tampoco mucho, debemos dejarles disfrutar de su intimidad.
Comenzaremos por la primera pareja que contrajo matrimonio. Amelia y Gilbert sentían que se encontraban en una especie de nube de la que no querían salir. Gran parte del viaje lo habían pasado en la habitación pero después de varias semanas, el conde había decidido que era el momento de hacer turismo por Essex. Y eso estuvieron haciendo. A la nueva condesa le estaba encantando todo lo que estaba viendo, y es que no había tenido la oportunidad de salir mucho de casa antes del enlace.
Pocos días antes de volver a la casa, Gilbert le propuso dar un paseo a caballo por los alrededores. Como recordará, Amelia había vuelto a montar y su marido tenía ganas de ver cómo se desenvolvía, y es que no había tenido oportunidad de verla en acción.
—De acuerdo, pero hace bastante que no monto. —Le dijo su esposa mientras se subía al caballo.
— ¿No habías dicho que ya no te daba miedo? —Preguntó el conde divertido.
—No he dicho que me dé miedo. Simplemente que desde que Anthony volvió y le enseñé cómo montaba, no he vuelto a subirme a uno.
Comenzaron a pasear, uno al lado del otro.
—Lo estás haciendo muy bien. ¿Estás nerviosa?
—Te lo agradezco pero antes de caerme, tenía bastante experiencia. Y estoy nerviosa, pero no por los caballos.
— ¿Por qué? —El joven abrió los ojos sonriente— ¿Por mí?
Amelia se ruborizó. Habían pasado casi dos meses y seguía poniéndola nerviosa.
—Puede ser. —Le respondió con una tímida sonrisa.
Gilbert se quedó mirando aquellos ojos azules que le habían hechizado. Aquella mujer que lo había transformado entero. Aún hoy, seguía poniéndola nerviosa. No se lo podía creer.
—Me estás poniendo aún más nerviosa. —Le dijo Lady Essex—. No me mires así.
—No puedo mirarte de otra forma. Creo que nunca podría mirarte de otra forma.
El joven acercó su caballo al de su pareja. Y se inclinó para besarla, con tal mala suerte que el caballo de Amelia decidió moverse, ocasionando que la muchacha se cayera al suelo. Por segunda vez, delante de Gilbert. Y esta vez, él no había podido hacer nada.
Lord Essex bajó corriendo a reunirse con Amelia.
—Ams, ¿estás bien?
La joven estaba boca abajo y no respondía. Gilbert la giró mientras iba entrando en pánico. Pero cuando por fin tuvo a su mujer boca arriba, pudo relajarse y es que no paraba de reírse.
—No puede ser. —Repetía una y otra vez.
— ¿El qué? ¿Te duele algo? —Preguntó su marido aún algo asustado.
—No. Estoy bien. Lo que me duele es la dignidad. No puede ser que me haya caído otra vez. Y encima contigo. —Respondió Amelia aún riéndose desconsoladamente.
—No seas tonta. No ha sido tu culpa. Al acercarme, he asustado a tu caballo y por eso, te has caído. Lo siento mucho.
—Estoy bien, de verdad. No te preocupes, de verdad.
Gilbert ayudó a levantar a la joven y ésta estaba perfectamente. Quizás podría salirle algún cardenal, pero no había nada roto para alivio de los dos.
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Por culpa del baile
Fiksi SejarahAnthony y Gilbert siempre han sido íntimos amigos, al igual que la hermana del primero, Amelia, con Rose, la hermana del segundo. Desde pequeños los Sterling, junto con Anthony, se dedicaron a hacerle trastadas a Rose, quien a pesar de todo el tiem...