----Cincuenta Sombras de Tripalosky desde la perspectiva de Rusia----
Para emitir un juicio apegado a la realidad, es necesario estudiar las dos caras de la moneda. Los pensamientos y memorias oscuras del señor Koslov quedarán expuestas en las letra...
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Abrí mis ojos, para de nuevo, seguir con mi rutina diaria.
Mandar y controlar a todo lo que me rodear a es así como decirlo:
"El pan de cada día"
Llámenme un maniático del control. Pero eso me da seguridad.
Todas las mañanas era el mismo debate conmigo mismo. Pues... Mientras acomodaba mi corbata debidamente, me cuestionaba...
Seguir comandando y mantener esa imagen de "perfección"...
O mandar todo a la mierda y vivir como una persona promedio, una vida normal.
Pero vamos, desde mi infancia nunca nada fue normal en mi vida.
— Joven Rusia — me llamo mi ama de llaves, la señora Papov, antes de que cruzara la puerta
— ¿Qué sucede? — me giré a ella.
— ¿No va a desayunar? — me ve impacible con sus manos entrelazadas enfrente.
Hago una mueca. Seguro ya preparo todo, no la voy a dejar con la comida en la mesa.
Cierro la puerta y camino a la mesa.
— Lo había olvidado Hela —
— Anda chico. Siempre te pasa. —
Lo que le brindó un poco de normalidad a mi vida fue el ser adoptado por URRS, mi madre adoptiva, claro, y Nazi, padre adoptivo, junto a mi pequeño hermano, Ucrania. Cuando me adoptaron a mi y a mi hermano, ellos ya habían adoptado a otro chico de mi misma edad, Alemania.
Manejaba rumbo al trabajo, al mismo tiempo en que contestaba el teléfono dando las primeras órdenes del día con el manos libres, claro.
Aun no llegaba a esa inmensa oficina y ya estaba controlando.
Control, control, control.
Como si no lo disfrutara. En algo tenía que ocupar mi mente y dejar a mis monstruos sin atenciones para que no se mal acostumbren.
Camino rápidamente a mi oficina, en el trascurso todos me saludan con respeto y admiración en los ojos.
En el fondo sé que me temen. Claro, les proporcionó trabajo, y cualquier error les puede costar el alimento de este mes.
