----Cincuenta Sombras de Tripalosky desde la perspectiva de Rusia----
Para emitir un juicio apegado a la realidad, es necesario estudiar las dos caras de la moneda. Los pensamientos y memorias oscuras del señor Koslov quedarán expuestas en las letra...
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Después de la visita a Biel, me dispongo a regresar a mi hotel. Duermo tranquilo, una de las pocas noches en las que me siento tranquilo. Ucrania ha regresado a la ciudad principal. Me alegra que el haya podido recuperar parte de su infancia, lo veo pleno y contento, eso me hace sentirme satisfecho. Quizá no salvé a Biel, pero si a Ucrania.
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Desde ese día mi madre se quedaba en casa encerrada en el baño llorando y culpándose. Yo me hacia cargo de Ucrania e íbamos a la escuela, nos manteníamos con los ahorros que resguardaba el salario de madre, sabía que algún día me servirían, no me podía confiar de ella ya. Eso lo aprendí cuando le daba mas importancia a ese hombre.
Espere a que Ucrania saliera de su salón y caminamos a casa, ambos en silencio.
— Cuando lleguemos a casa, sube a cambiarte, mientras yo hago la comida. ¿De acuerdo? — Miré a Ucrania.
— ¿Mama comerá con nosotros? —me pregunta.
Abro los ojos en grande y me quedo callado. Ucrania necesita a una madre, y no quiere ser tan cruel para decirle que nosotros nunca hemos contado con una.
— No lo creo Ucrania — lo miro compasivo ante su tristeza. Por lo menos antes se distraía con la compañía de Bielo.
— ¿Le llevaras su plato al baño? —
— Supongo que sí — me encojo de hombros.
Nadie dice nada mas y cuando llegamos a casa hace lo que le dije. Dejo mis cosas en el sofá, me quito el suéter y me arremango la camisa para cocinar.
Comienzo por azar unos bistecs con pimientos y cebolla. Me subo a un banco para alcanzar la salsa inglesa. Escucho a Ucrania bajar de las escaleras.
— No te acerques a la estufa — le digo removiendo el guisado y apagándolo.
— Ya se — se sienta de un lado de mesa y le sirvo.
— Gracias — come contento. Sonrío levemente y me giro para prepara la comida de mi mama y llevársela al baño del cual no quiere salir.
— Ahora vuelvo — le aviso a Ucra y asiente.
Subo las escaleras llamándola, pero esta vez, no responde como otras veces. Los días anteriores me respondía el clásico "Aquí" para reafirmarme que seguía en el baño. Sin embargo, no recibo respuesta alguna y eso me preocupa.
Llego a su habitación y coloco el plato en su mesita de noche. Toco la puerta del sanitario, pero no hay respuesta. Me dirijo al tocador y tomo las llaves, abro el baño y...
