Capítulo 16

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. •. Miradas. •.
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•. •


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—- Hela -—


L

as heridas sanan de diferente forma en las personas.

Cuando se corta la piel, puedes ir por algodón, limpiar y vendar, dependiendo de la gravedad, si no esta tiene que ser tratada por un médico. Hay personas que se curan graves heridas solos, o ni si quiera lo hacen y esta sigue sangrando hasta que la sangre coagula y se hace una costra y cicatriz horrible que duele con tan solo el roce del aire... En el peor de los casos se infecta y causa enfermedad.

Vivir con el señor Rusia los primeros años fue mas complejo de lo que se puede pensar.

¿Qué tan complejo puede ser vivir con un joven exitoso de veintitantos años de edad?

Bueno... ¿Sabes como ha llegado ese joven hasta ahí? ¿Sabes los caminos por los que anduvo?

O peor aún... ¿Sabes quién es en realidad?

Muchos veían a un joven serio, inteligente y brillante, pero yo veía a un niño cansado y triste cada que llegaba de madrugada a casa.

Siempre le esperaba con su te caliente, claro, le decía que sobrecargarse de trabajo era malo, pero no le importaba, me miraba con calidez y se encogía de hombros diciéndome que exageraba demasiado. Se volvió mas frio y distante, y a veces un poco déspota porque cabe recalcar, que era desconfiado en exceso; lo podía ver en sus expresiones, en su mirada...

No siempre la edad se mide por la tersidad de la piel, por el físico o rasgos sin expresiones y arrugas... Yo diría que es más por la mirada...

La mirada refleja la edad de lo que han visto tus ojos y refleja el alma, ahí se ve la edad.

Y el señor Rusia no reflejaba su edad biológica, él tenía 60 años vividos ya, lo afirmo sin dudarlo. Pero todos tenemos un niño dentro, y claro, él lo tenía, solo que el niño en su interior estaba abandonado, como un oso de peluche que se cae de la cama y se queda debajo polveándose por el paso de los años.

Había pasado un año entonces. Era lunes por la mañana y yo me dirigía al gran edificio donde vivía el joven Rusia. Tenía las llaves, así que no tuve que tocar para entrar, me fui directo a la cocina a preparar el desayuno, seguramente Rusia ya se estaría alistando.

Puse la mesa y coloqué su café de siempre. Se me hizo raro que no llegara a la mesa o no escucharlo hablar por teléfono. Preocupada, me encaminé hasta su habitación, era una casa grande, me costo memorizar los pasillos, solo me faltaba girar a la izquierda cuando lo vi sentado en el suelo de espaldas a lo que parecía un cuarto, un cuarto que no había visto antes.

Detrás De Las Sombras ||RSMX|| 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora