No podía creer la noticia que me dieron mis padres. Mañana viajamos a New York. Estoy muy triste ya que perdería a mis amigos y a mi familia. Perdería todo lo que me esforcé en crear.
-¡Pero mamá, papá! ¿Por qué tenemos que mudarnos a New York? ¡Mis amigos! ¡Mi familia! ¡Mi mundo es Argentina! ¡No lo puedo cambiar! -dije de muy mala manera hacia mis padres.
-Hija, tranquilízate un poco -prosiguió mi madre sin saber que decir tratando de calmarme.
-¡Mamá, este es mi mundo!- le contesté.
-¡Basta!- interrumpió mi padre- Mañana mismo nos vamos a New York sin excusas. Me ofrecieron un trabajo y con ese mismo estaremos mejor todos ¡A tu habitación ahora!
Con esas palabras bajo la mirada tratando de que no se escape ni una lágrima. Cuando llego a mi habitación me largo a llorar desconsoladamente mientras miro mis recuerdos fotográficos con amigos y familia. Poco a poco mis ojos se cierran por la llegada del sueño.
-¡Vamos! - grita mi mamá con su típico vozarrón a la mañana temprano.
Son las seis de la mañana. Me desperté con unas ojeras terribles, parezco un zombie, me baño rápido para disimular un poco el sueño. Mi mamá me llama para bajar las maletas y desayunar.
Mi papá se encuentra realmente entusiasta, mi madre en cambio algo mal por mi pero a la vez feliz por su marido. No la puedo comprender. Y yo, yo realmente estoy muy triste.
Lamentablemente no existe otra opción. Tenemos que vivir la vida de la mejor manera posible, y si ese trabajo mejoraría todo sería mejor así ¿Verdad?
Es un gran desafío para mí.
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Pequeños detectives en los curiosos casos de New York
ContoSoy Ángeles, una adolescente como cualquier otra. Pero desde que me mudé a New York, las cosas han cambiado bastante. Una tranquila noche de diciembre, vemos a unos hombres robar la casa del prestigioso Eddie Solmers. En su camino los ladrones deja...