Decido invitar a Luli a mi casa después de guardar el cuaderno en nuestro lugar secreto.
-Tranquila Lu...podes pasar estoy sola. No hay nadie. Mis padres viven de la fama y del trabajo. Ni se preocupan por mí ya que viven de ellos- río irónicamente.
- ¿Los ves?
-Muy poco. Salen a las ocho de la mañana, vuelven a la una de la madrugada. Se bañan rápido, comen y se acuestan. Los domingos y feriados vuelven más temprano, a las diez de la noche. Pero yo a esa hora ya me voy a dormir.
- ¡Wow! Cuanto tiempo trabajan... ¡Casi todo el día!
-Sí, llama la atención el tiempo que trabajan.
Antonella y Joaquín se asomaron por la ventana y ella saludó suavemente con su mano mostrando su presencia.
-Ya les abro- exclamo.
Entran y sorprende en lejanía Alejo, lo espero para cerrar la puerta.
Todos nos sentamos de forma cómoda. Tomo unas rodajas de pan, mayonesa, jamón y queso para hacer sandwiches. Algo simple pero delicioso.
-¿Y chicos? - pregunta Lu.
-No, nada. No se robaron más que los dólares. Solo dólares - contesta Joako- lo de las joyas es extraño... debe ser que se llevaron alguna que otra y la familia no notó la ausencia.
-¿Ustedes chicas? - prosigue Anto.
-¡Sí! lo anotamos en el cuaderno. Se robaron cien mil dólares. Lo escuchamos en el noticiero- continua Lu.
-¡Wow! - se sorprende Anto. Realmente es mucha cantidad de dinero.
-Y ahora a la tarde vamos con Alejo a ver si conseguimos cámaras de seguridad o algo así- agrego.
-¡Bien! - finalizamos.
Nos fuimos todos a descansar un poco. Cada uno a su casa a relajarse para recargar energías, solamente yo y Alejo nos reencontraríamos a las siete de la tarde. Después todos los demás deben esperar a un nuevo aviso grupal.
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Pequeños detectives en los curiosos casos de New York
Historia CortaSoy Ángeles, una adolescente como cualquier otra. Pero desde que me mudé a New York, las cosas han cambiado bastante. Una tranquila noche de diciembre, vemos a unos hombres robar la casa del prestigioso Eddie Solmers. En su camino los ladrones deja...