Un joven trabajador ve su final en las vías de un tren. Le reza a una entidad para poder tener una segunda oportunidad y esta le cumple su deseo.
Y renace en un mundo de fantasía con magia y mechas llamados Armaduras.
Pero para su desgracia, él está...
Llegamos al casi final, quería poner unas SS sobre Lecia y Rudel, pero con el problema del internet me desmotivó totalmente, así que será para la próxima.
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Esto tuvo lugar cuando los tres estaban visitando el santuario.
Esto fue durante el período de vacaciones del segundo semestre.
Sus piernas se movían hacia el santuario que concedía a las personas el poder para casarse.
La razón por la que sus piernas la trajeron aquí fue realmente simple.
Quería mejorar su torpe relación con Rudel.
Los tres estaban parados uno junto al otro frente a una caja de ofrendas.
Alisa pensó para sí misma.
... Esto es incómodo. Además ¿Qué debería decir?
Ella se preocupó ya que su relación entre Rudel y su familia había empeorado.
No sabía de qué debería hablar con Rudel y Airi sobre este lugar. Vino solo por impulso.
Alisa estaba perpleja hacia esta experiencia sin precedentes.
Los tres nacieron y se criaron en diferentes ambientes.
Entonces, Alisa confió en pedir ayuda a un dios.
S-Se supone que debemos hacer una ofrenda ¿Verdad? ¿Cuánto cuesta?
Cuando ella sacó una moneda de oro de su bolso...
− ¿E-Esa cantidad?
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Airi estaba completamente sorprendida.
Alisa no podía entender su reacción.
− ¿No es esto correcto? Esto es normal en los templos.
−Escuché que solo necesito poner una moneda ¿No es así? Pensé que incluso una moneda era muy poco, pero ¿estoy haciendo algo mal?
Mientras Alisa pensaba que una moneda era muy poco, Airi pensaba que era demasiado.
Al lado de las dos que estaban así...
− ¡He estado esperando por esto!
Allí estaba Rudel, que estaba metiendo rollos de billetes, monedas de oro, monedas de plata e incluso monedas de platino en la caja de ofrendas, una tras otra.
Como se esperaba, incluso Alisa pensó que eso estaba mal.
Después de todo, la caja de ofrendas estaba desbordada de dinero.
−O-Oye ¿Estás donando tanto?
Rudel habló sin voltearse hacia Alisa.
−Tengo un deseo que quiero que se me conceda sin importar nada.
