Un joven trabajador ve su final en las vías de un tren. Le reza a una entidad para poder tener una segunda oportunidad y esta le cumple su deseo.
Y renace en un mundo de fantasía con magia y mechas llamados Armaduras.
Pero para su desgracia, él está...
La batalla concluyó, ahora quedan cabos sueltos que atender...
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Estuve varios días en un lugar oscuro y apestoso, era la cárcel de la academia, quería preguntar cómo es que tienen algo así, pero igualmente no me responderían así que no indagare más.
Los guardias me hicieron molestas preguntas sobre si era de una facción hostil o si era enemigo de la corona. Por supuesto les dije calmadamente que no, antes de que se pongan más salvajes Ixion lanzó un gas tranquilizante y las cosas marcharon tan lentas que hasta me dieron mi propio cuarto, Ixion lo hizo cómodo ya que era una pocilga, tras varios días ahí un mensajero vino para decirme que alguien me llamaba.
Es donde me encuentro ahora. Un lugar enorme, no, gigantesco se podría decir, los muros eran tan altos que la escalera de un camión de bomberos le quedaría corta. El lugar era tan elegante que lastimaba mis ojos por lo blanco que era.
Había estatuas y hasta una fuente de tamaño piscina olímpica en la recepción.
Yo me encontraba dentro de una de esas habitaciones, era el estudio del jefe de la casa, un hombre que jamás me imaginé conocer. Era el padre de Alicelotte, Siegwald von Bismarck, un hombre alto y fornido que usaba un uniforme de ministro. Al igual que su hija su cabello era rubio dorado, pero con canas, tenía los ojos rojos como conejo y su rostro era como una piedra arrugada.
A su costado estaba un hombre apuesto y muy alto de armadura con el escudo de la casa grabado en su pecho, tenía el mismo color de cabello y ojos, era su hijo y el hermano mayor de Alicelotte, Vayne von Bismarck.
Ambos me miraron como si miraran a un ratón comiéndose la comida recién hecha.
Sentía la misma sensación cuándo me llamaban donde el gerente y este me gritaba por hacer mal mi trabajo, podía sentir el dolor e impotencia hacia alguien superior a mí. Pero esta vez no lo permitiré, hablaré solo si me lo piden y de manera que demuestre que no soy un insecto, hasta mi presentación y mi forma de parar las hice lo más respetable posible gracias a las indicaciones de Ixion que esta invisible a mi lado.
El dueño de esta casa me habló con una gran voz autoritaria.
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─Primero que nada, ¿Barón Bradford no es así? Quiero agradecerte por ser el escudero de mi hija, como padre te agradezco lo que hiciste, pero como ministro y duque me siento molesto tanto hacia a ti como a mi hija.
Waah– me imaginaba que sería así, pero la realidad supera a la ficción.
Sin mostrar una sola expresión, mi cabeza daba vueltas hacia sus palabras.
─Mi hija ciertamente es tanto culpable cómo responsable de lo sucedido, no estoy diciendo que lo que hizo el hijo de Kingsfort sea inexcusable, pero ella es una mujer de la aristocracia así que debería saber sobre estas cosas.
