Reencuentro

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-¿Oswald?- no podía creerlo, estaba ahí, frente a él, ¿Pero era él en verdad? ¿No era un producto de su inestable mente? ¿Cómo estar seguro de aquello cuando incluso fue capaz de sentir el calor de una ilusión? ¿Cómo dar crédito a lo que sus ojos veían cuando lo habían engañado antes? ¿Cómo confiar en aquello que podría sentir cuando todos sus sentidos le habían hecho creer que ya había estado ahí? Había estado caminando sin notarlo, viendo directamente al hombre al que acababan de encerrar aferrarse a los barrotes de la puerta, queriendo sentirlo, pero estando separado de él por aquellas frías barras de metal, incapaz de correr para abrazarlo, incapaz de envolverlo entre sus brazos o de unir sus labios en un beso una vez más, incapaz de diferenciar entre sus ilusiones y la realidad. -¿En verdad eres tú?

Sentía como sus lágrimas se deslizaban por sus mejillas, como su corazón latía más rápido con cada segundo que pasaba, el metal frío contra su piel al intentar alcanzarlo, y finalmente la mano del más bajo tomando la suya.

-Ed...

-¿De verdad estás vivo? ¿De verdad eres tú?- estrechaba la mano del pelinegro con fuerzas, con miedo de que se esfumara un vez más, tocando su rostro para acercarlo hacia él a través de los barrotes.- ¿En serio estás aquí?

-Sí, Ed. Por supuesto que soy yo, ¿De qué demonios hablas?- veía la preocupación reflejada en aquellos verdes ojos, la sonrisa nerviosa que formaban sus labios al estar junto a él, sentía como su piel hacía contacto con la suya, como sus dedos acariciaban suavemente la mano que había colocado sobre su rostro, como su mano estrechaba la suya.

-Pero... m-moriste.- una sonrisa triste y llena de comprensión se formó en los labios de su avecilla.

-Se necesita más que una bala para deshacerse de mi.

-Pero, ¿Pero cómo se que en verdad eres tú?

-Ed, soy y... - se apartó bruscamente de él, dirigiéndose al otro extremo de aquella jaula siendo presa del pánico, aterrado de como acabaría si resultaba ser otra ilusión.

-¿Cómo puedo estar seguro que no eres producto de mi mente? ¿Cómo sé que no eres algún efecto secundario de las píldoras?

-¿Píldoras?- su confusión incrementaba cada vez más junto con su preocupación, y era fácil notarlo por el tono de su voz. -Ed, ¿De qué píldoras hablas?

-¿Cómo sé que eres real?

-Ed, cálmate, por f...

-Incluso fui capaz de sentirlas, no puedo afirmar que eres real solo porque te toqué.- Lo veía caminar de un lado a otro en el reducido espacio que tenía, tratando de ignorar completamente su existencia, siendo una presa del pánico en su estado más puro.

-¡ED!

-No puedo sab... - se había acercado lo suficiente como para lograr tomarlo por la muñeca, y al estar desprevenido, halar al más alto no fue trabajo difícil. Logró que se golpeara con los barrotes, lo suficientemente fuerte para que doliera, pero no lo suficiente como para causar algún daño. Vió pasar varias emociones por el rostro del castaño: dolor, molestia, algo de enojo, tristeza e incluso alegría; jamás soltó su muñeca.

-Apuesto a que ninguna ilusión hizo eso.

-De verdad eres tú. Pero, ¿Cómo?

-Una chica me sacó del río y me cuidó hasta que mejorara.- entrelazó sus dedos con los del más alto. -Estoy vivo, Ed.

-Creí- sintió como un nudo se formaba en su garganta, entrecortado su respiración, impidiéndole hablar sin que soltara más lágrimas. Mordió su labio en un intento de evitar que aquello pasara. -creí que habías muerto.

Corre Hacia ÉlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora