Barbara

336 28 13
                                    

Era extraño pensar en cómo su vida había cambiado tanto, pasó de ser la niña rica viviendo en un penthouse a ser la dueña de un exitoso bar, adentrándose cada vez más en el mundo criminal; una buena parte de su negocio era la información después de todo, pero al ver hacia atrás, aquella mujer parecía ser alguien completamente ajeno a ella; ahora tenía ambiciones, tal vez eran demasiado altas, pero teniendo en cuenta que el pingüino estaba fuera de cuadro, quizá su objetivo estaba más cerca de lo que creía, solo necesitaba algo de ayuda, y al ver a un destrozado Edward Nygma en el bar, supo que era su oportunidad, era un genio después de todo, y si estaba ahí en ese momento, era porque necesitaba algo, un favor, y ese favor, cualquiera que fuera, sería lo que definiría su destino.
La imagen ante ella no era para nada lo que solía ser, hasta antes de la desaparición del pingüino aquel hombre vestía tan pulcramente que podría jugar que su armario estaba colocado de forma que nada se arrugara o le llegara tan siquiera una molécula de polvo, era la imagen de la perfección, todo su traje sin una sola arruga o mancha, su corbata perfectamente centrada y atada, peinado de tal forma que parecía que usaba una peinilla para acomodar su cabello cada dos minutos puesto que ni uno solo salía de su lugar, y sí tenía que ser sincera, tendía a lucir muy atractivo, más que nada por el color que solía tener su rostro en sus apariciones públicas, principalmente en aquellas que tenía con Oswald, pero ese no era el hombre que estaba ante ella en aquel momento. El hombre frente a ella era un desastre total, apenas una sombra del hombre que solía ser, y ni siquiera eso; su cabello era un desastre, había dejado que los mechones calleran sobre su rostro, cubriendo parte de él, el traje, aunque sin manchas, se veía arrugado, y su corbata estaba casi suelta, con el nudo de esta a mitad de su pecho, las ojeras que se habían formado bajo sus ojos y el tono pálido que había adquirido su piel lo hacía parecer más bien muerto, era un despojo de lo que solía ser.

-Necesito tu ayuda.- era evidente para ella, ¿Por qué más él de entre todas las personas la buscaría?

-¿Mi ayuda? Por que razón te ayudaría.

-Soy la persona más inteligente de la ciudad, puedo ayudarte luego. Te deberé un favor.- era bastante egocéntrico, incluso en ese estado, pero era cierto, y aquel favor sería lo que usaría para llegar a la cima. Tomó la copa que tenía junto a ella y la llevó a sus labios, dándole un sorbo a su bebida mientras se colocaba tras la barra.

-Con todo respeto, Eddie, no te ves como alguien que pueda ayudar. La muerte de tu noviecito no te ha sentado nada bien.

-Él no está... Oswald no está muerto.- verlo en ese estado la deprimía incluso a ella, incluso su voz terminó por apagarse y no era algo que en realidad disfrutara, no porque le importara en lo más mínimo como el hombre de los acertijos se sentía, simplemente porque la aburría.

-En lugar de estar aquí, no deberías, no sé ¿buscarlo? ¿O a quien sea que le haya hecho algo?

-Barbara, por favor...- pasó sus manos por los estantes en busca de una pequeña caja, y al encontrarla y comprobar rápidamente su contenido se la lanzó a Nygma, interrumpiendo cualquier cosa que estuviera por decir. No quería escucharlo más, y sabía que si intentaba hacer un trato en ese momento no conseguiría nada a la larga, así que esperaría, pero no demasiado.

-Cobraré esta pronto, Nygma.

Las cosas en el bajo mundo eran cada vez más caóticas, el puesto de rey de Gotham estaba libre después de todo, y todas las familias eran un caos sin un líder al que seguir, pero no podía ir y simplemente reclamar su puesto, nadie la seguiría, por una parte porque nadie la conocía en realidad y por otra porque era mujer. Tabitha siempre estaba a su lado, apoyándola, o era así normalmente, desde todo el lío con Butch traicionando a Oswald siendo él quien dirigía a los capuchas rojas, había ocupado gran parte de su tiempo ayudándolo a ocultarse, a veces desaparecía por varios días seguidos y se comunicaba con ella a ciertas horas, se sentía desplazada y lo odiaba, y el tiempo que dejó a Nygma en paz no fue demasiado largo; Tabitha estaba con Butch y el bajo mundo era un completo desastre, alguien tenía que tomar el control, era obvio que él no lo haría, y probablemente su querido noviecito era alimento de gusanos en ese momento por lo que Oswald Cobblepot regresando al trono era algo improbable, y aunque no fuera así, quería el trono para ella, quería ser la reina de Gotham, y no iba a esperar por más tiempo a que Tabitha terminara su trabajo de niñera.

Corre Hacia ÉlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora