Un nuevo comienzo

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-Por supuesto que soy yo, Eddie- aún no quería soltarlo, quería sentir su respiración por un rato más, sus dedos deslizándose lentamente por su espalda, la fuerza de sus brazos aferrándolo a él, el latido de su corazón y las vibraciones de su voz; quería sentir lo vivo que estaba, el calor de su cuerpo, y la herida dejada por la bala en su abdomen, sus cabellos causándole una ligera comezón en su cuello y rostro por la posición en la que estaban, sus piernas entrelazandose para tenerse aún más cerca, y sus labios besando su piel.

-Solo... No quería que fueras una ilusión otra vez.

-Todo está bien, Ed. Estoy aquí, de verdad soy yo.

Lo apretó más contra si mismo, y se quedaron en esa posición por varios minutos. Sintió como todo ese miedo que lo había estado envolviendo se desvanecía poco a poco, como sus músculos se relajaban y al fin sintió como su cuerpo se sentía descansado.

La mañana fue algo agitada, Oswald había estado intentando contactar a Ivy y los otros, pero cuando Ivy al fin apareció le dijo que tanto Fries como Bridgite se habían ido cuando despareció porque no creyeron que volvería, y que ahora no sabía donde estaban. Lo quisieran o no, necesitaban de alguien más para poder destronar a Barbara, estaban los rumores de que sus pocas alianzas eran, en realidad, bastante débiles, pero seguía ahí, y debían sacarla de en medio. Y entonces, casi como por obra del destino, Fish Mooney apareció, había estado escondida por ya un largo tiempo, ofreciéndoles reinar el bajo mundo, juntos. La ciudad se había convertido en un caos total por el virus que la Orden había liberado, y ese caos era la forma en la que accederían al poder. Todo se centraría, a partir de ese momento, en encontrar una cura, y solo había dos formas de hacerlo: Tener a Jervis Tetch, o a Hugo Strange, y ellos tendrían a ambos.

Teniendo tanto a Tetch como a Strange en su poder, no había nada que pudiera impedirles tener el control, todo se basaría en negociaciones a partir de ese momento. Estaba junto a Oswald en aquella habitación, viendo como este analizaba a quien, en algún momento, fue su torturador atado en una silla, mientras Victor y Bridgite discutían si quemar o congelar al Doctor. Veía en los ojos verdes de su amado, buscando algún atisbo de temor o pánico, pero sus ojos reflejaban una llama sádica al igual que las comisuras de sus labios formando una sonrisa, y eso le fascinaba, aquella energía casi infernal que el otro emanaba cuando deseaba una venganza. Y justo cuando los otros dos se disponían a tener una competencia extraña, quemando y congelando los pies del Doctor, Oswald intervino, únicamente para silenciar los gritos de ayuda de Hugo Strange, que llamaba con desesperación a Fish.

-Mooney está ocupada. Yo estoy a cargo por ahora.- dejó el vaso que tenía en sus manos tras dar un sorbo a su contenido. -Además, creo que tus hijos están molestos contigo.

-Señor Cobblepot.

-Es entendible.- se levantó para acercarse a Strange mientras continuaba hablando, y él lo observaba, en silencio. -Los hizo lo que son, y los abandonó después.

-¿Está trabajando con la señorita Mooney?

-Somos compañeros.- ladeo su cabeza mientras soltaba una suave risa.

-Pero intentó asesinarla.

-Y ella me perdonó. Lo sé, me sorprendió también. Pero Mooney no es la vieja Mooney, no. Ella evolucionó, y tiene visión para Gotham. Ella ve una ciudad, en la que personas como yo; Víctor, Bridgite, fenómenos, están a cargo.- se inclinó hasta estar a su nivel. -Y usted nos ayudará a conseguir eso.

-No puedo.

-¡Incorrecto, Profesor! Este virus esta haciendo pedazos a Gotham. Eso convierte a su antídoto en la cosa más importante de la ciudad. Podríamos pedir la mitad de Gotham y el consulado en bandeja de plata. Así que, se lo preguntaré una sola vez, ¿Dónde está?

Corre Hacia ÉlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora