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Habían cruzado ya la frontera de Canadá con Alaska verse del otro lado los había llenado de esperanza sin embargo sabían que todo se iba aponer más feo porque los zombies se veían cada vez más; aunque fueran lentos y pareciera que estaban ausentes de lo que los rodeaba, estaban más que listos para atacarlos, así como ellos estaban hambrientos porque las galletas que tenían se les habían acabado, los que caminaban cerca de ellos también.

No tenían aún ni idea de a dónde debían dirigirse, pero ir por los caminos más solos era su única opción, refugiarse en un lugar seguro hasta que pudieran tener una idea o pista de a dónde dirigirse.

Habían pasado un día en carretera y estaban agotados, necesitaban descansar y armar la casa de campaña que se habían encontrado, no estaban muy convencidos de bajarse del auto, sobre todo porque el frío había arreciado y su ropa no los protegía del todo, tal vez si dormían los tres juntos pudieran guardar algo de calor con la tela de la tienda y así no morir de hipotermia, contaban con una manta para cada quien, pero no era suficiente; la noche en la que June y Emma durmieron dentro la pasaron muy mal pero no se atrevían a juntarse porque no había la confianza suficiente, sin embargo por la supervivencia el protocolo de espacio personal, debía omitirse en ese caso.

Se quedaron dentro del auto unos minutos, meditando la idea de bajarse para armar la casa o no, el ambiente dentro del coche estaba cálido, aunque reducido e incómodo; si decidían pasar la noche dentro de él, dormirían un poco calientes si prendían la calefacción, al cabo habían llenado varios galones de gasolina que le habían sacado a los autos que se encontraron en el camino. Pero temían que los entes sintieran el calor y fueran a buscarlos. Era un arma de doble filo.

Decidieron prenderlo poco e intentar dormir de ese modo, que el calor se guardara dentro del coche, dejaron que Teddy, que era el más cansado hiciera uso del asiento trasero para que pudiera acostarse sin sentirse tan apretado, las mujeres que eran más pequeñas de estatura cabrían mejor en los asientos del conductor y pasajero; reclinaron sus asientos y se taparon con las mantas que tenían.

Apenas estaban quedándose dormidos cuando Teddy volvió a ver el destello en el cielo y se sentó en seguida, viendo para afuera por la ventana que estaba más cercano a él. Volvía a parpadear, pero con más fuerza y parecía que lo hacía de modo que pareciera código morse, se quedaba prendido unos segundos y volvía a apagarse solo para prender en un lapso más corto de tiempo y volver a prender en uno más largo.

Haciendo uso de sus conocimientos –Bastante oxidados, por cierto- en el tema, Teddy se dio cuenta de que el destello en el cielo les estaba dando unas coordenadas. Despertó a June y Emma y les pidió que les pasara el mapa que se habían encontrado en la guantera del auto, lo desplegó con los brazos super extendidos y buscó las coordenadas que había adivinado de lo que fuera que brillaba. Si estaba en lo correcto, estaban muy cerca de ahí, pero sin luces no podían llegar.

Les explicó lo que había visto unos minutos antes y les dijo que lo había visto la noche anterior, pero que había brillado con menor intensidad y lo había confundido con otra cosa, pero que ahora le quedaba claro que alguien intentaba comunicarse por medio del código, diciéndoles a dónde ir.

Emma pensó al principio que era una trampa, que si eran coordenadas dudaba mucho que se tratara de algo que les pudiera salvar la vida, pero a estas alturas de la situación, cualquier cosa podía ser una opción para dejar de morirse de hambre y de frío. Acordaron que en cuanto los primeros rayos del sol se asomaran por el horizonte, prenderían el motor y se dirigirían hacia donde Teddy había marcado en el mapa con un círculo de color negro hecho con plumón.

Esa noche no pudieron conciliar de nuevo el sueño, platicaron bastantes horas de lo que creían que podía ser y lo que esperaban que fuera; fantasearon con un lugar seguro que les brindara refugio, comida, agua y un lugar dónde dormir como se debe; pensaron que quizás muchos de sus familiares estarían ahí y sino, al menos muchos más seres humanos que les dieran una esperanza de seguir vivos. Con o sin familiares ahí dentro, todo sería más llevadero si tenían otra compañía que no fuera la de ellos tres.

El Amor En Tiempos Del Fin MundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora