El Amor En Tiempos Del Fin Mundo

28 FINAL

N1:

Es el final de esta historia, nos vemos en las siguientes, y espero que también sean de su agrado.

Esperemos con ansias el Comeback de las niñas, y #OdiamosaYG

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Es verdad lo que habíamos temido, el clima en esta isla es sin lugar a dudas, el peor que podemos tener, incluso estando en Alaska las cosas eran mejores; en Fogo el viento sopla tan fuerte que a veces sientes que te empuja y que, si no tienes el peso suficiente, te llevará volando y te tirará a medio mar, y te congelarás en sus aguas.

No creo que pase mucho antes de que comience a nevar, el cielo que es oscuro ya, no deja ver una sola estrella, ni siquiera puedo ver bien la luz de la luna, que es apenas un destello débil detrás de la espesa capa de nubes. La inmensidad de la oscuridad que queda frente a mí me llena de ansiedad, pero, sé que es normal, como mirar al infinito o sentirse perdido en el espacio exterior sin saber dónde se encuentra el final. Sentirse tan pequeño, insignificante. Tan solo.

Agradezco no tener que escuchar más los gemidos de aquellos que dejamos atrás, el silencio que nos invade me hace pensar en un mundo normal, donde se pelean unos con otros por petróleo, hacen luchas por la "paz", donde con un clic puedo ver lo que sucede alrededor del mundo. La realidad es que... a pesar del silencio y a pesar de que hay mundo, lo que no hay es sociedad.

Sólo un pequeño grupo de unas cuantas personas encerradas en este hotel de paredes blancas y diseños minimalistas, de un hotel frío que apenas y logra calentarse con la caldera a punto de descomponerse (lo bueno es que hay una especie de fogón en cada cuarto). Escuchamos nuestros pasos en eco, podemos saber si alguien va en otro pasillo porque sus pies sobre el piso de madera son demasiado sonoros con la acústica y vacío de esta estructura de concreto.

No quiero salir de la habitación, creo que después de instalarnos, de acostumbrarnos a esta nueva vida... por fin me doy el tiempo de sentirme miserable y darle el luto merecido a la vida que ya no tengo. A todo lo que ha cambiado, a Frankie, a mi padre, a Beth; a todos los seres queridos que se perdieron entre aquellos que caminan sin rumbo fijo, durmiendo en el fango, mojándose con cada lluvia que hay; devorándose unos a otros a falta de comida fresca.

Se me hace un nudo en el estómago de pensarlo; mi propósito de antes era llegar a este lugar, esa era mi lucha, mi meta. Y ahora que lo hemos hecho... siento que lo único que me queda es una vida de esto, de quedarme aquí para siempre hasta que muera.

Me entra pues el pánico de saber que pronto o no, esta pequeña familia que somos quedará también en el olvido. Uno a uno (sin saber quién primero) nos iremos a reunirnos con aquellos. Me dejo caer en la cama; una cama de sábanas blancas y colcha con cuadros coloridos que van del rosa pastel, al azul verde. El piso es de duela color miel, un librero que hace de cabecera, y la parte trasera del mismo es el clóset, sin puertas y con espacio para colgar abrigos y cajones para playeras y demás cosas. Luego la tina, blanca también, de la cuál sale el agua tibia si se ha prendido bien la caldera. La siguiente habitación tiene una mesa con tres sillas y dos sillones, un televisor que a estas alturas sirve para nada y uno de esos lujosos o entonces lujosos tocadiscos que se pusieron de moda antes de todo el alboroto, donde los LP's volvieron a surgir y costaban mucho más que un CD.

Había unos cuantos discos en el cuarto, pero abajo -en la sala común, donde generalmente nos reunimos a jugar billar con las bolas nuevas que encontramos después en el sótano- hay veinte más; las cuatro estaciones de Vivaldi es el favorito de Anthony, Roger y June, mientras BamBam y yo preferimos algo menos instrumental. Sentarnos en silencio y disfrutar de un libro. Nos hemos vuelto un poco aburridos, casi pareciera que somos unos ancianos de dieciocho años. Pero, díganme ustedes qué se puede hacer sin mucho por descubrir en esta isla alejada de todo, que aparte sólo tiene unas cuantas casitas estilo europeo.