-Chapter 3-

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La reunión sobre avance tecnológico e innovación anual se convocó fuera de Konoha.

Naruto debería asistir a ese pequeño congreso donde se hablaría de tecnologías nuevas, como combinar el mundo ninja y las nuevas estrategias tecnológicas para mejora de las aldeas.

Sarada parecía nerviosa cuando supo que ella debería acompañar a Naruto pues creyó que alguien con más experiencia y rango lo haría.

Años anteriores su padre y el señor Nara lo habían acompañado pero en esta ocasión parecía que eso no ocurriría.

Nerviosa y muy ansiosa no pudo negarse cuando el rubio se lo pidió con gran entusiasmo y diligencia. Ese día ambos se tomaron la tarde para mañana muy temprano marcharse.

— ¡Sarada! —gritó su madre desde la cocina— ¿Empacaste las hierbas que te dije?

La chica dejó el celular a un lado y bajo de la cama con pesadez. — ¡Ya!

Ese día su padre estaba en la torre, Naruto le había pedido el favor de qué se hiciera cargo de algunos asuntos importantes.

Agradecía mucho que él no estuviera ahí, era muy intuitivo y su madre un manojo de nervios cuando se trataba del tema de su efímero enamoramiento.

Hacía unos cuantos días su madre le había dicho que quizás sería buena idea salir con un joven médico del hospital.

Había llegado poco menos de un mes a la aldea y era hijo de una vieja amistad de Temari Nara, no podía negar que el joven médico era atractivo pero no parecían tener nada de común.

Nadie era como él. Como Naruto.

Observó a la señora Uzumaki despedirse de su esposo en la salida de la aldea. Por más que deseaba ignorar aquella escena sus negros ojos estaban clavados en ellos.

A veces pensaba que quizás así, atormentadose le quedaría claro que ese amor platónico de ser eso jamás pasaría.

El camino era un tanto largo. Por ello el uso de transporte había logrado agilizar esos viajes que antes tomaban más de una semana.

A medio camino se detuvieron en un pequeño hostal donde abordaría un anciano cacique y su esposa, durante años aquel hombre había mantenido a su pequeña aldea en el anonimato de los nuevos avances.

Pero después de varios llamados había aceptado ir junto a Naruto, una leyenda y digno de ser escuchado.

Sarada se mantenía alerta al tanto de cada detalle para ser de ayuda. Llevaba sus notas y los consejos que él señor Nara le había dado.

Ambos se instalaron en sus respectivas habitaciones, no pudo evitar recordar las palabras de su mejor amiga.

...imagina al hokague sin camisa y que intente seducirte ¡Piénsalo, Sarada!

En el fondo de cada hombre hay un León en celo, incluso en los hombres como tu padre...

Estúpida imagen mental. Odiaba cuando su amiga la bombardeada de ideas locas.

Ella hasta ahora no había pensado en algo tan íntimo como eso. A decir verdad, Sarada era alguien muy a lo Uchiha.

Trabajo, disciplina... Seriedad. Reprimía ese fuego en ella que quería expandirse al ver a ese hombre.

Era tan prohibido, inmoral y ruin. Aparte de qué el hombre mas dulce del mundo jamás le haría eso a su amada esposa, ella lo sabía.

Debía dejar de pensar en esas cosas, vio el teléfono y decidió bajar a cenar.

— ¡Te lo aseguro! Un hombre de mi edad necesita juventud... Necesita ese dulce néctar de la vida, por ello le daré la oportunidad a eso que ustedes llaman tecnología.

Naruto rió y observó al viejo pervertido como le murmuró a Sarada hacía ya unos minutos atrás.

El señor Kamura había enviudado a principios de año y ahora se había casado con una joven treinta años menor que él.

—Veo que tú igual te inyectas juventud—le guiñó el ojo.

Sarada parecía que ardía del nervio y coraje, Naruto cambio su sonrisa y aclaró la situación.

—Estoy felizmente casado, Kamura-san. He de decir que Sarada es hermosa pero es hija de mis mejores amigos, es como una hija para mí.

— ¡Oh, vaya mal entendido! Creí que había algo mas ahí, podría haberlo jurado.

—Lamento interrumpir pero iré por un poco de aire fresco—dijo Sarada evitando ver a Naruto directo a los ojos.

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