-Podéis seguir por el sendero, no hay peligro por allí. -indica Hunter.
-De acuerdo, gracias por la ayuda. -Elisabeth y yo caminamos por el sendero, antes de perderle de vista le lanzo una mirada asesina, a lo que él responde gruñendo y enseñando unos dientes afilados.
Intento que note mi miedo y miro hacia delante. -Muéstrame la corona. -dice Elisabeth mirando un espejo.
-Qué es eso? -pregunto.
-Un espejo mágico, muestra cosas, pero no es tan exacto como la fuente de Flora.
-Es como el espejo de aquel cuento, pero versión portátil.
-La corona está en un campamento. No sé de qué, pero está ahí. -saco mi brújula y se la presto. -Con suerte el sendero nos conducirá hasta allí.
-Continuemos.
-Hemos llegado ya? Me muero de sed, de hambre y de cansancio. -inetento reprimir las ganas de cortarle el cuello a Leviatán por no parar de quejarse.
A medida que hemos ido avanzando el sendero se ha ido fusionando con la maleza hasta ser solo un rastro de suelo deshecho.
-Avanza y podrás comer al anochecer.
-Eso es muy tarde... -parece callarse por un momento, pero enseguida vuelvo a escucharle hablar, y con ella mis ganas de deshacerme de él y mandar mi plan de tomar el trono a paseo. -Esta flor es hermosa, mira. -la arranca y la acerca a mí a lo que yo me alejo y me tapo la boca. -Qué haces? Huele de maravilla. -hunde su nariz en el polen inhalando el aroma.
-Para! Eso es venenoso... -para cuando acabo mi frase Leviatán ya está tirado en el suelo, completamente inconsciente. -Tienes suerte de que no sea venenosa de verdad, solo es alucinógena. -el sol está en lo alto del cielo, hace mucho calor. Sigo sin comprender el clima de esta isla.
Noches heladas y días ardientes, tormentas capaces de arrancar árboles centenarios y vientos tan gélidos que congelarían tus pestañas.
Paso sus brazos sobre mis hombros y le llevo a cuestas desviándonos del camino principal para ponernos bajo la sombra de los árboles más altos.
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Elisabeth
FantasíaAquí todos mienten, lo hacen de cierto modo. Te acabas dando cuenta con el tiempo. Dicen que las hadas no mienten, que están obligadas a decir la verdad, sea cual sea. Pero él... Él era la excepción. Esta es la historia, donde una humana, reina de...