14. ¿Qué más puede ir mal?

67 9 0
                                    

-Oye princesa, no crees que ya es hora de escapar? -susurro en su oído mientras dos ogros nos cuelgan de la rama de un árbol sobre la hoguera

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

-Oye princesa, no crees que ya es hora de escapar? -susurro en su oído mientras dos ogros nos cuelgan de la rama de un árbol sobre la hoguera. -Puede que comience a arrepentirme de haber subestimado esta isla. -miro el cielo en busca de alguna idea que me puedan dar las estrellas.

-Ay! -Elisabeth se queja al sentir mis dientes en su oreja. -Qué está pasando aquí?

-Cuál es el plan? -pregunto sonriendo. Al escucharla suspirar mi sonrisa decae notablemente. -No hay un plan, cierto?

-No Leviatán, no hay ningún plan.

-Entonces qué hacemos?

-No lo sé, esperar a que vengan a rescatarnos por arte de magia?

-Eso suena bien.

-Pero tú eres tonto? No va a venir nadie! Estamos solos!

-Creo que te equivocas! -alguien nos empuja rompiendo la cuerda haciéndonos caer al suelo de cara. -Nunca me había alegrado tanto de verte, saco de pelo.

-Lo mismo digo, ojos saltones. -soríe Hunter. -Esto es vuestro. -coloca la daga en las manos de Elisabeth, que están atadas a su espalda, para que comience a cortar la cuerda, lo hace con mucha maña, no parece la primera vez que lo hace.

-Se puede saber qué miras? -pregunta haciendo fuerza con sus brazos para conseguir soltarse. Nos ponemos en pie, por fin libres de cualquier atadura y cogemos nuestras armas.

-No os mováis. -ordena Hunter alejándose de nosotros, los huesos de su cuerpo crugen y se mueven de lugar creando una escena grotesca.

-Está...

-Transformándose.

-En...

-En tritón, en qué crees imbécil? -delante de nosotros tenemos a un gran lobo blanco de ojos ámbar. Hunter comienza a pelear contra los ogros mientras nosotros nos encargamos de los que se nos acercan.

-Cuidado! -grita Elisabeth. Una flecha choca contra mi pecho haciéndome caer al suelo. -Dios santo, está bien? Estás sangrando? -se arrodilla a mi lado preocupada.

-Ooh, si te intereso. -sonrío, la flecha se clavó en la medalla del collar que me dió Flora.

-Me interesa que sigas vivo porque te necesito para que mi plan salga adelante. -escupe.

-Cuidado! -rodeo su cabeza con mis brazos para protegerla de otra flecha. Para mi sorpresa el golpe nunca llega, pues una especie de barrera nos cubre de ella.

-Vale, esto es muy raro... -un escalofrío la recorre. Detrás de nosotros suenan unas ramas rompiéndose.

-Qué es eso?! -sobre nosotros salta un bicho muy grande, al estar frente a nosotros comienza a escupir fuego de su boca.

-Un dragón... -murmura. -Debo de seguir soñando. Elisabeth parece muy desubicada.

-Nos está ayudando. -me pongo en pi y la cargo en mi espalda. -Chucho! Nos largamos! -Hunter me gruñe sin soltar el brazo que tiene entre los dientes. -Deja eso! Perro malo!

ElisabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora