22. Un último adiós

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Se escuchan los cascos de mi caballo chocar contra el suelo mojado

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Se escuchan los cascos de mi caballo chocar contra el suelo mojado. La lluvia cae con fuerza ocultando mis lágrimas.

Han pasado dos días desde la muerte de Jack, y hoy será nuestro último adiós.

Detrás de mí va su ataúd, una caja de madera con detalles de oro que a él le habrían encantado.

Cuatro centauros lo cargan sobre sus hombros en silencio.

Nos siguen Meredith, Hunter y Flora, detrás va el resto del pueblo y todos los que conocemos.

Subimos la montaña más alta de Nalúh para poder enterrarle. No me atrevo a mirar atrás, me sentiría demasiado mal.

Llegamos a lo alto de la montaña, donde un árbol llorón cubre de la lluvia el agujero en la tierra. -Dejadle con cuidado. -pido bajando del caballo.

Meredith me abraza, ella también está llorando. Le doy las riendas del cababallo y camino hacia los cuatro centauros. -Lo haré yo.

-Está segura su majestad? -pregunta uno de ellos.

-Sí. -dejo la pala a un lado y me agacho. Dejo con cuidado sobre la madera mi daga, la misma con la que le di fin a su vida, y su espada.

Me levanto del suelo y comienzo a tapar el agujero con tierra bajo la mirada de todo el pueblo y nuestros conocidos.

Con cada palada recuerdo todas las cosas que nos dijimos, que sentimos y que vivimos.

Al acabar me seco la última lágrima que pienso derramar en mucho tiempo.

Todos dicen unas últimas palabras y se van. Solo quedamos yo, Hunter, Flora y Meredith.

Ellos ya se han despedido, esperan a que lo haga yo, pero no sé que decir.

-Te esperaremos en el castillo. -sonríe Meredith yéndose con los chicos.

Me arrodillo frente a la tierra removida en silencio. -Nunca fuimos nada pero... Quiero que sepas que te quise como a nadie. -sonrío con nostalgia, una sensación rara me recorre el cuerpo.

Del árbol comienzan a caer pétalo de flores. -Te llevo dentro de mi corazón idiota.

Me levanto, subo sobre mi caballo y bajo la montaña. Empieza a dejar de llover y el sol de la mañana se asoma por entre las nubes.

...

-No me voy a hacer ningún peinado, y mucho menos me voy a poner un absurdo vestido. -digo sentándome en la cama de mi dormitorio.

-Su majestad, debe prepararse para su coronación. -insiste el hada que hace de sirvienta.

-Déjame a mí, ve a prepararte para esta noche. -sonríe Meredith hacia la chica.

-Está bien, con su permiso. -la sirvienta se va dejándonos solas.

-Parece que la Elisabeth de siempre ya ha vuelto.

ElisabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora