1. Siete reinos

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El solsticio de verano es hoy

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El solsticio de verano es hoy. Quedan unas horas para llegar al puerto más grande de los siete reinos, el puerto costero de Nalúh, el hogar de la reina Victoria, hoy se celebra su cumpleaños número cincuenta y ocho, eso si fuera humana. 

Nadie sabe su edad real, algunos dicen que más de cien años, otros que probablemente quinientos, los más locos creen que tiene mil años de antigüedad.

Y yo? 

Yo tengo veinticuatro años, me autoproclamé reina de los piratas de todos los siete mares cuando tan solo tenía dieciséis. Digamos que le quité el puesto a mi padre. 

-Ay! Ten más cuidado con mi pelo! -ordeno cruzándome de brazos.

-Lo siento capitana, ya casi acabamos. -le veo sonreír por el reflejo del espejo. 

Si hay algo que odio más que los motines, es prepararme para ocasiones especiales. Y como no, el cumpleaños de la reina lo es. Puede que no me haya invitado, pero como reina pirata, tengo que estar allí. Tenemos asuntos pendientes. 

-Listo, qué te parece? 

Me ha hecho un recogido que forma dos cuernos en mi cabeza. -No me disgusta. 

Me levanto de la silla y cojo mi sombrero. 

-No se va a poner el vestido? 

-Aún es pronto, quedan cinco horas de luz, y el evento no se celebrará hasta el anochecer. 

-Cuándo irá?

-En el primer baile, cuando todos estén ocupados presumiendo sus ropas y peinados. Robaré las joyas reales y...

-La corona. 

-Exacto! Será mi oportunidad perfecta, podré vengarme de todos esos imbéciles. -sonrío caminando hacia la puerta de mi dormitorio, fuera se escucha a mi tripulación cantar y tocar instrumentos robados. 

-Señorita Sofía, eso podría costarle la vida. -habla preocupado. -Tendrá detrás suya a los siete reinos para cortar su cabeza, o algo incluso peor. 

-Tranquilo Harlet, alguna vez me han pillado? -sonrío encogiéndome de hombros. Abro la puerta y salgo a la cubierta. 

-Bienvenida capitana. -sonríe uno de mis tripulantes, sus orejas son puntiagudas y tiene una cola que mueve sin parar. 

-Cómo vamos? Falta mucho? 

-Enseguida llegaremos. -me ofrece mi catalejos. Quito la tapa y miro a través de este. 

-Tierra a la vista! Hemos entrado en los límites de Nalúh! -grita uno de mis tripulantes sobre el mástil principal. Le devuelvo el catalejos a mi compañero y voy a la proa del barco, Envuelvo mi mano en una de las tantas cuerdas que cuelgan para acercarme lo máximo posible al límite de mi barco, el Reina Elisabeth.  

ElisabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora