La oscuridad del apartamento de María dio paso a una luz radiante de una mañana soleada y un inmaculado cielo azul. La ciudad había ido recobrando su ritmo a la vez que la luz del día se iba haciendo más patente. El silencio de su apartamento fue roto por la música del móvil. Una llamada. María se revolvió en la cama. La música del móvil cesó. Volvió el silencio solo roto por la respiración de María que volvía a ser pausada y profunda.
Segunda llamada. Estaba vez sí se despertó María sobresaltada por la música. Con los ojos todavía cerrados cogió el teléfono y descolgó a la vez que se sentaba en la cama.
-¡Ya voy, Miguel. Me he quedado dormida!- y colgó.
Cogió lo primero que encontró sin pensar. Unos vaqueros medio rotos, un jersey XXL que normalmente se ponía para estar en casa, una bufanda con motivos navideños, las zapatillas de estar en casa que tenían forma de perro, el bolso y las llaves.
Mientras bajaba las escaleras de los tres pisos hasta el portal de la calle, volvió a sonar el teléfono. Mientras corría calle abajo en busca de un taxi, intentaba encontrar el móvil que no dejaba de sonar.
-¡Que sí, que ya voy, Miguel!. ¡Estoy buscando un taxi! ¡Por favor, busca alguna excusa mientras llego!
-¿Pero de qué estás hablando? ¿Qué excusa?
María se paró en seco, jadeando. Intentando recuperar el aliento, contestó a Miguel.- ¿Cómo que de qué estoy hablando?. ¡Que no estoy corriendo para la maratón!- enfadada casi gritando.
-María, serénate y piensa un poco- intentando tranquilizarla- ¿tú sabes qué día es hoy?.
-¿Cómo qué día es hoy?- se quedó extrañada de la pregunta, pero enseguida cayó en la cuenta- ¡No me lo puedo creer!¿Sábado?-preguntó con miedo.
- ¿Pero qué te ha pasado María?. Estás cada vez peor. ¡ Claro que es sábado! ¡La borrachera de anoche sí que te dura todavía!
-¡No me lo puedo creer!. Sabía yo que anoche me estaba pasando.
Miguel no paraba de reír imaginando la cara de María.
- Ya que estás en la calle podíamos desayunar juntos, no?
María no había reparado todavía en la ropa que se había puesto hasta que se dió cuenta que la gente que pasaba se la quedaba mirando.- ¿Sabes las pintas que llevo?. Con las prisas me he puesto lo primero que he pillado y voy hecha un adefesio.
- No será para tanto. Anda nos vemos en el bar de la esquina de la parada de los taxis. Llego en cinco minutos- y colgó.
-¡Pero.....!- no le dió tiempo a terminar la frase. Miguel había colgado sin darle opción a réplica.¿Cómo iba a ir al bar con la ropa que llevaba?. La verdad que pasar otra vez por delante de las tiendas que la habían mirado de arriba abajo con descaro.... y con su vergüenza a flor de piel no era agradable. Se armó de valor, guardó el móvil en el bolso y como si estuviese desfilando en una pasarela de moda, se dirigió al bar. Prefería meterse en un papel imaginario que pasar un mal rato, muerta de vergüenza.
María había llegado antes que Miguel al bar. Desde la entrada echó una mirada panorámica a todo el salón. Gracias a Dios no había mucha gente y si conseguía llegar a la mesa que había cerca de la cocina, no se darían ni cuenta. Siguió metida en su papel de top model para que no se le notase la vergüenza que estaba pasando, y se dirigió a la mesa que estaba más alejada del resto de mesas. Según iba cruzando el salón las personas del bar iban dirigiendo sus miradas a María. Ella sabía que la estaban mirando pero siguió con paso seguro hasta la mesa sin desviar la mirada. No quería ver sus caras ni oír sus risas, aunque las escuchaba. Por fin llegó y se sentó. Al momento llegó la camarera para preguntarle qué iba a tomar.
ESTÁS LEYENDO
Llamada perdida
Mystery / Thriller¿Crees en fantasmas?. Quizás cambies de opinión o te haga tener dudas sobre su existencia después de leer este relato. En la vida, ni todo es verdad ni todo es mentira.Y esta historia, ¿es real o ficticia?. Lo dejo a tu elección porque yo sí lo s...