Parte 12

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- Sí, aquí tiene su teléfono. No tenía ningún problema. Lo he revisado y funciona perfectamente. Tampoco es que sea de las personas que lo tenga lleno de aplicaciones, así que las memorias están muy limpias y no interfieren en su buen funcionamiento,

- No me gusta llenarlo de tonterias. Lo uso para llamar y estar localizada. Entonces, ¿está bien?- con extrañeza.

- Sí, sí. Perfectamente.

- Lo que me interesa es el registro de llamadas, no quiero perder ninguna llamada perdida, por el trabajo, digo.

- No hay problema. Lo he estado probando y quedan registradas tanto las perdidas como las recibidas y las realizadas.

- De acuerdo, pues muchas gracias- cogiendo el móvil y guardándolo en el bolso.

- De nada, que tenga un buen día

Salió de la tienda desilusionada. Le hubiera gustado que le dijera que el móvil tenía un problema en el chip de no sé qué. Porque ahora tendría que pensar cómo era posible que hubiera hablado con alguien sin que existiese la llamada. Esto era de locos. No se atrevió a contar nada en la tienda de las llamadas que recibió sin registrar porque la hubieran tomado por loca. Además, el técnico ya lo dejó bien claro que el funcionamiento era perfecto.

De camino a casa, andaba sin prisa pensando cuál podía ser la solución o cómo averiguar de dónde venía la llamada. Lo más fácil era dejarlo pasar y a otra cosa mariposa, aun a riesgo de que pudiese ocurrir de nuevo o no. Porque ahí estaba la duda. El técnico no había encontrado ninguna avería, por lo que funcionaba bien. Pero ¿y si volvía a ocurrir de nuevo?.

También tenía que pensar en lo del ordenador. Si lo hubiese llevado a un técnico tampoco hubiera encontrado nada fuera de lo normal. Por lo menos estaba en el trastero de Miguel y ahí no daría problemas.

Y quedaba, por último, hasta ahora, la voz que la despertó en mitad de la noche llamándola por su nombre. Como estaba sola no había a quién preguntar. Aunque de ésto no estaba muy segura. Podía ser parte de un sueño vivido con gran intensidad, aunque no se acordaba del sueño en sí. Esto lo dejaría en cuarentena. Si se repetía, ojalá que así no fuese, tendría que sentarse y pensar seriamente en darle una solución, por muy extravagante que fuese. Había que estar abierta a cualquier vía que lo resolviese, fuese lógica o ilógica.

La primera implicaba pensar en que ella estuviese empezando a sentir los primeros síntomas de cualquier enfermedad mental. No era nada descabellada si tenía en cuenta que era algo normal que cualquier neurona dejara de funcionar como debía y te hiciese ver y oír cosas que sólo tú creías, como una realidad paralela que formaba parte de tu vida y que a la vez estaba integrada en la realidad cotidiana y vital. Le daba miedo que así fuese porque el proceso para detectar la enfermedad era largo y el tratamiento de por vida.

Por lo menos, si así fuese, tenía gran parte del camino andado si reconocía que aquello era causado por su mente y no se dejaba llevar por esa realidad virtual. No sería ingresada en un Psiquiátrico, o como lo llaman ahora "Centro de salud mental", que da menos repelús. El diagnóstico sería rápido y el tratamiento no sería tan agresivo como para no tener una normalidad en su vida.

De momento, ella pensaba que a ese punto no había llegado, o eso creía. Por supuesto que no quería estar enferma, pero había que tener en cuenta esta posibilidad y estar preparada.

La ilógica implicaba meterse en temas oscuros, paranormales. Todo lo relacionado con espíritus, fantasmas, demonios..... Había leído algunos libros novelados sobre estos temas, visto películas y programas. Le interesaba todos los puntos de vista pero ninguno aclaraba qué había de verdad.

Llamada perdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora